Si usted accede a internet, entra en Youtube y escribe en el buscador de la página "arco cuadro niños" podrá ver un vídeo de una prueba que hizo una cadena de televisión con el propósito de demostrar que el arte puede ser un instrumento de persuasión social fácil de ridiculizar y con el que cualquiera puede ridiculizar a cualquiera. Podrá ver cómo unos niños de tres años pintan al barullo un lienzo que es colgado clandestinamente en la feria de arte Arco y muchos visitantes elogian.

A esto lo podemos llamar seducción por ubicación. Seguramente ese mismo lienzo colgado en una exposición colectiva de una casa de cultura de barrio, por ejemplo, daría para exclamar: ¡qué mamarrachada!

Podemos pensar que el arte es un inefable objeto de deseo que se esconde donde menos esperamos, porque quien lo esconde olvida con facilidad dónde lo hizo.

Valga esta larga metáfora para discernir que el arte puede ser cualquier cosa que sugestione nuestros sentidos, principalmente los visuales y los auditivos.

Sin embargo, muchas veces lo percibimos o sentimos porque alguien nos incita a ello, aunque ni siquiera ese alguien sepa en realidad por qué.

Ahora bien, partiendo de que a todos no nos gustan por igual los mismos colores ni los mismos sonidos, llegamos a la conclusión de que el arte es una apreciación sensitiva cargada de subjetividad. Cabe preguntarse, pues, en qué nos basamos cada uno para admitir o rechazar una propuesta artística.

Suele ocurrir que muchas personas admiten el común denominador de profanos en lo concerniente a la interpretación de obras de arte, algo debido sobre todo a que exigen un nexo entre lo que establece la realidad y lo que ofrecen muchos artistas.

Por otro lado, contemplar una composición artística determinada requiere a veces renunciar a prejuicios estéticos y a veces aceptar innovaciones extrañas.

De esta manera, visitar una muestra como Foro Sur, la Feria Iberoamericana de Arte Contemporáneo, conlleva someterse a la reflexión sobre múltiples propuestas vanguardistas que nos revelan la evolución creativa del ser humano, aunque corramos el peligro de confundir la apreciación de la creatividad con la seducción por ubicación.