La artesanía dispone ya en la provincia de Cáceres de 340 empresas y ofrece trabajo a 600 personas, según datos que maneja José Ignacio Albalá, gerente de la Asociación Extremeña para la Promoción de la Artesanía (Artesanex). Se trata de un sector que en los últimos años ha experimentado una evidente recuperación. Según los datos del colectivo, Extremadura dispone de unas 700 industrias de este tipo que emplean a 1.100 personas, aunque no todas están incluidas en el Registro de Artesanos de Extremadura, puesto que es una inscripción voluntaria.

Los artesanos destacan la importancia que tiene la promoción para expandir sus negocios. En este sentido, Albalá recuerda que suelen recibir entre 40 y 50 invitaciones anuales para participar en ferias o exposiciones. La última de ellas ha tenido lugar en Gijón, ciudad que acogió un mercado artesano que contó con la participación de dos representantes cacereños, Elisabeth Muñoz, quien hace apenas seis meses se ha estrenado como autónoma en el mundo del cuero y la marroquinería en la ciudad, y Santiago García, del municipio cacereño de Garciaz, que es un reputado artesano de la madera.

«Allí han expuesto productos, que también se vendían», dice Albalá, que destaca que este tipo de acciones contribuyen «de modo significativo a abrir nuevos mercados e intercambiar experiencias y conocimientos». La Diputación de Cáceres formó parte igualmente de la iniciativa asturiana, con la instalación de un estand de información turística de la provincia.

La Asociación Extremeña para la Promoción de la Artesanía cuenta con su sede en la Casa Palacio de los Moraga gracias a un convenio de colaboración con la institución provincial. También tiene abiertas la Sala de Artesanía de la Magdalena en Plasencia y la Sala de Artesanía del Convento de la Merced, en Trujillo. En total, en la comunidad autónoma hay seis centros que engloban al sector en el proyecto de la Red de Centros de Artesanía.

Los artesanos se quejan, eso sí, de que sufren un agravio comparativo porque no se les permite aplicar el IVA cultural ni disponen de un tratamiento fiscal o un régimen jurídico especial, tal como indica la ley de artesanía en vigor. Los tratan, a su entender, como meros productores de bienes de consumo. Aún así, continúan en la lucha.