Los camerinos del hípico, debajo de los escenarios, son una pasarela de artistas en la primera noche del festival. Mientras Kiko Veneno suena arriba, Loquillo ya ha recogido su equipaje para marcharse del backstage . Vestido con su habitual traje negro, está contento porque "todo ha ido perfecto". El sevillano Albertucho, una de las sensaciones del Extremúsika 2006, acaba de saludarle como un fan más del cantante catalán. Los componentes de Pereza, otro de los grupos del cartel, han montado una fiesta en su camerino de la que disfrutan también los de la banda cacereña del Desván del Duende.

"Buen festival, mezcla de público. En otros lugares dirían que es raro, pero ha estado de puta madre", asegura Loquillo. Una idea similar a la de Rubén, solista de Pereza, que destaca la buena respuesta de los espectadores. "Para nosotros es un orgullo y un placer pisar el mismo escenario que El loco o Kiko Veneno. Ha sido cojonudo y tiene pinta de que el festival se va a quedar aquí mucho tiempo", añade.

Estrellas del sur

Los Delinqüentes coinciden unos minutos con Pereza sobre la moqueta verde del pasillo de los camerinos. A los jerezanos, amigos de la extremeña Bebe, les sigue su troupe . "Le dijimos a la Bebe que se viniera, pero está terminando de rodar una película", afirma Marcos del Ojo, el Canijo , solista de la banda, un tipo divertido que bromea al comparar su tierra con Extremadura: "Los árboles, el clima y esos cochinos, con ese jamón que es como el atún de Barbate, del que se aprovecha hasta los andares".

Arriba, en los escenarios Sol Música y Extremúsika-Cadena 100 la música no para. A la una de la madrugada, Albertucho, uno de los productos de la factoría de A Vallekas Producciones, hace vibrar al público. Angel Romero, el máximo responsable del festival, está pletórico: "Albertucho ha crecido con este festival". El cantante es un tipo humilde que, ya en los camerinos, confiesa que su padre venía a comprar pieles de Sevilla a Zafra para hacer bolsos. Está agotado porque no ha parado de moverse ante más de 20.000 personas.

Kiko Veneno acaba de salir de su camerino. Dispuesto a las fotos con sus fans, se queja de que el sonido no ha ido bien. La reflexión del cantautor andaluz sobre la calidad de los festivales en España es clara: "Es muy bueno echarle cara y valor para salir adelante, pero hay que intentar aprender. Conozco muchos festivales y lo paso mal porque no hay correspondencia entre el talento de los músicos y el cariño del público, ya que no hay un desarrollo técnico para lucirse". Su proyecto es ahora montar un circuito "para que la música suene bien".

La noche ha pasado rápida. Son ya las tres de la madrugada del sábado y el sonido metálico de los riojanos de Tierra Santa ha empezado a sonar en el Extremúsika del éxito.