Como muy bien sabe el lector, a la lista de Población le han faltado tan sólo 54 votos para obtener un concejal. Por esa miseria el concejal ha ido a parar al partido de Saponi. Ya se pueden imaginar la carita que se le queda a uno al comprobar los resultados de los últimos comicios.

Población ha hecho la campaña electoral más atípica que se haya celebrado nunca en nuestra ciudad y parte del extranjero. Ha tocado todos los palillos que pueden tocarse.

Ha inaugurado fórmulas nuevas como la de regalar entradas para los encuentros del equipo con más éxitos de la región.

Ha explotado los tópicos. Por ejemplo, se ha hablado mucho de que los estómagos agradecidos hacen ganar las elecciones, pues nada mejor que llenar estómagos con jamones y pollos.

Ahora es el momento de analizar los fallos y descubrir lo que se hizo mal, lo que no se debió hacer y lo que faltó por hacer.

¿Hubiera sido necesario acompañar el pollo con unas patatas fritas? ¿Y si en lugar de pollo hubiera ofrecido langostinos? Con mayonesa.

¿Le faltó acudir a la asociación vecinal de la Madrila con un par de jamones de pata negrísima? Porque allí un solo jamón se lo merienda Miguel Salazar en un plis plás y si es de pata blanca no acude nadie.

¿Acaso el ofrecimiento de cruzarse un par de hostias debió hacerlo con Aznar en lugar de con Agustín?

No parece que sea conveniente culpabilizarse ni buscar razones extrañas.

Todo está muy claro. Población no tenía nada que hacer frente a Saponi, porque Saponi ha jugado sucio. Pues ya se sabe que los partidos grandes utilizan artimañas de todo tipo para avasallar a los pequeños.

Mientras Población permanecía de guardia en una farmacia, Saponi subía a pedir ayuda a la Virgen de la Montaña.

Y la ley electoral no contempla la entrada en campaña de la Virgen. Yo lo impugnaría.