Miguel Salazar es el incombustible presidente de La Madrila desde 1995. Aunque siempre se ha puesto al frente del malestar de sus vecinos y ha dado la cara ante todos los partidos para exigir el derecho al descanso, asegura que no le produce «ningún placer ver a nadie ir a la cárcel por el tema del ruido». De hecho, no formó parte de la querella criminal. Por eso tiene claro que el problema «debe solucionarse» y afirma que « hay hosteleros honrados con los que se puede hablar, que ya han tomado medidas».

A su juicio, la solución pasa por el cumplimiento de horarios, la insonorización de los locales, y que los hosteleros también se responsabilicen de mantener un ambiente adecuado en los 10 metros a partir de su puerta, «ya que el público sale a fumar, saca las copas...». Además, pide a la administración que vigile las zonas saturadas «porque se incumple la normativa».