Fallos en las tarjetas de residente de la ciudad monumental generan atascos de hasta media hora en el acceso a la parte antigua por la plaza de Santa Clara. La tarjeta tiene un chip electrónico que directamente activa los bolardos móviles y envía la orden para que estos se bajen. Desde hace unas semanas ese chip no funciona y hace que los residentes tengan que esperar con sus coches hasta que la policía local les abra. En ese tiempo pueden llegar a acumularse hasta una decena de vehículos.

Ayer este diario fue testigo de un atasco hacia las 13.00 horas. Una vecina intentó mostrar su tarjeta de residente pero su chip no funcionó. Tras su vehículo llegaron a acumularse otros cinco, entre ellos un taxi. Llamó tres veces al timbre pero la policía local tardó en bajar los bolardos unos quince minutos. "Esto es así todos los días, yo ya no sé qué hacer. ¡Qué desastre!", se quejaba indignada durante su espera.

El ayuntamiento ya ha recibido varias quejas de los vecinos por este asunto y aseguró que el fallo se debe a que las pilas de las tarjetas se han agotado. Ya han puesto el problema en conocimiento de Sice, empresa encargada del mantenimiento de los bolardos, y está buscando alternativas para solucionarlo. Entre las opciones el ayuntamiento baraja cambiar las tarjetas.

DESDE HACE DIEZ AÑOS El gobierno local puso en funcionamiento el sistema de tarjetas de residente en el año 2003, desde entonces se han repartido casi un millar de ellas entre vecinos y trabajadores de la zona intramuros. Sin embargo siempre ha estado cargado de polémica. Primero por la adjudicación de las tarjetas y segundo porque, según dicen los residentes, son muchos los vehículos no autorizados que circulan por el interior de la ciudad monumental. Quieren que exista un control más exhaustivo en este sentido: "Lo suyo sería que quitaran el sistema de bolardos. Aquí lo que se necesita es que haya diariamente un policía que controle el acceso, así se evitarían los atascos y que accedieran coches que no tienen permiso", dijo Reyes Holgado.

A esto se unen los daños que producen los bolardos en los vehículos, que esconden bajo el suelo durante poco tiempo y vuelven a subir mientras el coche está pasando por encima de ellos. El colectivo de taxistas ya ha llevado este caso a los juzgados porque los daños materiales que sufren los coches pueden alcanzar los 6.000 euros. "Esto es una vergüenza, he visto destrozarle el coche a turistas. ¿Qué imagen se llevarán de la ciudad? A mí me lo destrozaron una vez y me costó arreglarlo casi 6.000 euros", dijo Eduardo Pitarch, un residente que ayer también tuvo que esperar a que la policía le abriera porque su tarjeta de residente tampoco funcionó.