Los atascos de tuberías por la acumulación de toallitas húmedas ya han causado gastos en comunidades de vecinos por valor de 12.000 euros, según confirman fuentes de administradores de fincas a este diario. Bastoncillos, tampones, preservativos, pintura, restos de comida, cigarrillos, aceite usado, pañales… La lista de residuos que acaban en el inodoro es de lo más variada, pero los que más quebraderos de cabeza están generando en las redes de saneamiento y en los bloques de pisos de la capital cacereña son las toallitas húmedas, ésas que fueron concebidas para la higiene de los bebés pero que en los últimos años han pasado a serlo para toda la familia.

Todavía son muchos los que siguen utilizando el wc como un cubo de basura sin ser conscientes, o sin importarles, que esos productos no se disuelven cuando se tira de la cadena. Ocurre todo lo contrario, ya que se convierten en una enorme masa de desperdicios que vuelven a aparecer «en forma de monstruo en las bajantes de las viviendas, en la red pública de saneamiento y en los sistemas de depuración», explica un administrador cacereño, que prefiere no desvelar su identidad para preservar a sus representados.

Las averías en las infraestructuras están a la orden del día, y el sobrecoste para limpiar una comunidad de propietarios llena de bolas de toallitas «cuesta una media de 300 o 400 euros, aunque todo depende de la magnitud del embozo y del tiempo que tarden los operarios en arreglar la avería», añade el administrador consultado.

Un claro ejemplo de esta situación es el de una bola de toallitas húmedas de casi dos metros y medio de largo que atascó una cañería de la calle Gómez Becerra y supuso un pago de casi 12.000 euros. «Conyser, la empresa municipal concesionaria de la limpieza, y servicios de albañilería tuvieron que cambiar la red», recuerda el experto.

Otras averías se han detectado en la avenida de la Hispanidad, donde aparecieron seis o siete cubos de toallitas, en la avenida de España, con cuatro o cinco, y un coste en este último caso de 1.200 euros. La situación se repite en numerosos barrios de la ciudad.

¿Pero cuál es el recorrido de las toallitas desde que entran en el inodoro? De allí pasan a las tuberías del edificio y luego a la red de alcantarillado, donde se unen a otros residuos sólidos y grasas que también están presentes en estos canales, lo que obstruye tanto los colectores como las bombas de agua de la propia red. «Entre otras problemáticas -añade el administrador- estos residuos taponan los tamices de entrada en la depuradora, impidiendo el correcto flujo de los caudales». La situación se produce debido a la «nula desintegración de las toallitas, ya que no están fabricadas con celulosa natural o no modificada, como sucede con el papel higiénico. Al pasar a la red se enredan entre ellas y en primera instancia causan obstrucciones en los propios desagües domésticos», resume el técnico.

ESTRAGOS / Este producto «es uno de los principales responsables de los taponamientos» que se detectan en los sumideros, apunta el responsable, que se encarga de la gestión en la ciudad de numerosas comunidades y que insiste en que los vecinos no son conscientes de los destrozos que causan las toallitas. Recuerda igualmente que el uso indebido de este material suele provocar también inundaciones en garajes y pisos bajos.

Por su parte, Ángel García, coordinador de Ecologistas en Acción, detalla que el uso masivo de las toallitas se ha extendido tanto que en el supermercado ya las hay de todos los precios y variedades. Su precio oscila entre 1 y 4 euros el paquete. Algunas tienen camomila, aloe vera y vitamina E. Las hay infantiles, desinfectantes, con PH neutro y sin alcohol ni parabenos (un compuesto que se usa como aditivo conservante en las industrias cosméticas). «Lo llamativo es que la mayoría de los envases aseguran que se pueden desechar por el inodoro y que son biodegradables, pero son muy perjudiciales para el medio ambiente ya que las aguas fecales que originan acaban en ríos, arroyos o directamente van al mar», sostiene García.

Finalmente, el Ayuntamiento de Cáceres admitió que el tratamiento para atajar esta situación «supone un sobrecoste adicional que nos podríamos ahorrar». Añadió que en «la mayoría de las ciudades no solo tienen problemas con las toallitas higiénicas, también con los bastoncillos de los oídos, los preservativos y toda una serie de productos que muchas veces se tiran al inodoro sin saber que eso tiene un efecto catastrófico sobre el sistema de saneamiento. Es evidente que el tema de las toallitas es un nuevo hábito higiénico que ha llegado para quedarse y hay que ir dando soluciones de futuro».

Aunque la solución es la concienciación ciudadana, en algunos ayuntamientos españoles se imponen multas por este extremo, como sucede en el de Valencia, ciudad donde llegaron a extraer 5.000 toneladas de toallitas que taponaban casi dos kilómetros de un colector.