Hace unos meses, el periodista Francis Villegas colgó unas fotos de guitarras en el palacio de la Isla y no pasó nada. La pasada semana, la periodista Elisa Blázquez colgó una foto de otra guitarra en el café La Fusa y se ha armado la de San Quintín. ¿Por qué una guitarra sí y otra no? Item más: ¿Qué tienen los cacereños contra las guitarras?

La diferencia entre unos y otros instrumentos es que las guitarras de Villegas aparecían solas en la fotos, mientras que la de Elisa descansaba en el regazo de una bella joven desnuda y tendida junto a una estatua que reproduce la cara del escultor Pérez Comendador.

Aunque parece ser que ni la joven es tal joven ni el escultor tal escultor, sino santa Cecilia, patrona del Womad, y san Pedro de Alcántara, patrono de Extremadura. En fin, un lío en el que lo único claro es que hay una mujer desnuda y ya se sabe que en la ciudad feliz , en cuanto aparece el despelote, todo el mundo se pone nervioso.

Cáceres casta y pura

Y es que por mucha caspa que nos sacudamos, por muchas presentaciones en Bruselas que realicemos y por muchas promesas que hagamos de modernidad para aspirar a ser capital europea de bla, bla, bla, siempre nos acaban traicionando nuestras levíticas e inmaculadas esencias provincianas.

Cáceres es santa, pura, limpia y casta y el que quiera jarana y pecado, que se vaya a Córdoba o a Málaga con el colectivo ése de Artistas y Obreros del Mundo . Antes sin capitalidad que libidinosos y sucios.

Pero la ciudad feliz no siempre fue tan carpetovetónica y meapilas. Hasta mediado ¡l siglo XX tuvo su barrio chino, sus cortesanas de postín, sus escándalos galantes, sus palcos para hetairas y colipoterras en la plaza de toros.

Esta cruzada antierotismo que nos mantiene enhiestos y vigilantes ante el pecado viene de hace poco. Fue a principios de los 70 cuando saltó el primer escándalo al ser multada una pareja por besarse bajo los soportales de la plaza Mayor. En 1976, el cabo Piris mandaba retirar una reproducción de la maja desnuda de Goya de la papelería Figueroa y a su decisión se adhería el ayuntamiento en pleno.

A finales de los 70, se ponía de moda el streaking . Consistía en una curiosa protesta antisistema protagonizada por jóvenes que de pronto corrían en pelotas como descosidos frente al Múltiples. El streaking movilizó a la policía, a la prensa, a las autoridades y a todo el Cáceres biempensante, que se indignó colérico ante la ola de erotismo que invadía la ciudad feliz .

Y ahora, la guitarra. Aunque esta vez la censura no proviene de la reacción, sino de una institución que pasa por progresista, el Ateneo, que ante las protestas de una quincena de particulares heridos en su sensibilidad, mandó retirar la guitarra.

Es lo que tiene la ciudad feliz , que si una quincena de particulares se sienten heridos en su sensibilidad por la Cruz de los Caídos, a nadie se le ocurre retirarla. Si a otra quincena le hiere que se derribe el puente de San Francisco, nadie ordena que se detenga su demolición. Y si hay otra quincena sensiblemente herida por determinadas esculturas, tampoco se retiran. Y esa firmeza es lógica. Sin embargo, en cuanto unos pocos se sienten agredidos por un desnudo, se les da gusto.

En la feria Foro Sur de 2003, el fotógrafo pacense José Antonio Montoya expuso unas fotografías blasfemas (fellatios virginales en primer plano, orgasmos santificantes, y así...). El deán catedralicicio vio las fotos, ¡situadas en la Preciosa Sangre, un lugar consagrado!, y si protestó, lo hizo con sutileza, sin alharacas. No pasó nada y, desde luego, Montoya no se hizo famoso con el escándalo.

Ahora, todo el mundo quiere ver la guitarra de La Fusa. En Córdoba, en Málaga y en Tarragona se frotan las manos y en los ámbitos artísticos de la ciudad feliz cobra vigor la propuesta de rebautizar el Ateneo y llamarlo ya Ateneo Cabo Piris.