Una parte de lo que hoy es Cáceres se debe a las diferentes instituciones que se fueron ubicando en la veterana villa, a la que aportaron lustre en todos los sentidos. Por ello hay que destacar la que sería la primera gran institución que eligió Cáceres como sede permanente, un hecho que marcaría un antes y un después en los designios de lo que había sido hasta ese momento, un pueblo más de la provincia Extremeña. La creación de la Real Audiencia de Extremadura, con sede en Cáceres, será un factor de modernidad y progreso que influirá decisivamente en su futuro, debido a los retos que se plantean por la creación de este alto tribunal.

Por Pragmática Sanción de 30 de mayo de 1790 se aprueba la creación de la Real Audiencia de Extremadura en Cáceres, un acuerdo realizado a partir de la petición que las ciudades extremeñas, con voto en Cortes, habían realizado cinco años antes, basándose en los problemas de comunicación que los habitantes de la provincia extremeña tenían para desplazarse a las dos Chancillerías existentes, la de Valladolid y la de Granada, donde se litigaban los pleitos de especial interés.

Para poder emplazar este tribunal en Cáceres, el primer paso era buscar un lugar digno como correspondía a tan importante organismo. El espacio elegido será el antiguo hospital de la Piedad, un edificio que desde el siglo XVII estuvo dedicado a la cura de hombres enfermos y que se edificó por la aportación realizada para tal fin por Gabriel Gutiérrez del Prado, Provisor del Obispado de Coria, que donó, en 1612, todas sus propiedades para su construcción. Para el nuevo uso, el antiguo hospital será adquirido por el Estado, pagando por él la generosa cantidad 284.160 reales.

La creación de la Real Audiencia con sede en Cáceres, acabaría por convertirse en algo más que la llegada de una nueva institución. Se procedió a diferentes reformas urbanísticas para adecentar las entradas a la villa, empedrado de calles y para hermosear la Plaza Mayor; se originó un aumento demográfico con la llegada de nuevos efectivos poblacionales pasando de los poco más de 6.000 habitantes en 1772 a los más de 7.000 en 1792, año de inauguración de la Real Audiencia. La villa entraría en un proceso de modernización con la llegada de gentes venidas de otros lugares y de mentalidad desigual, que formaban parte de la estructura del nuevo tribunal como magistrados, fiscales, jueces, abogados, carceleros y demás funcionarios relacionados con el nuevo establecimiento.

Nuevos vecinos que demandaban una serie de servicios culturales, como el teatro, la música o la imprenta, de los que se carecía en la vieja villa. El propio patio del nuevo tribunal se utilizó durante mucho tiempo como lugar para la representación teatral o para actos musicales. La Real Audiencia y Cárcel, activó el desarrollo urbano y el comercio local, convirtiendo a la ciudad en lugar de peregrinaje de familias de todos los puntos de Extremadura, que tenían algún miembro ingresado en prisión o tenían que participar en juicios. Cuestiones que fueron decisivas en el futuro de una ciudad que se despedía del siglo XVIII e iniciaba nueva etapa.