En la perrera municipal las historias se acumulan entre los barrotes de las celdas. Las hay tristes con finales felices como la de Roja, una pastorcilla alemana. La encontraron hace un mes en la Charca Musia con un golpe de calor, hubo que meterla en hielo para que reviviese. Las garrapatas invadían su piel, incluso entre las ranuras de las palmas de las patas habían encontrado un lugar para esconderse. "No había visto en mi vida tantas garrapatas en un animal tan pequeño", asegura una cuidadora de la perrera cacereña.

En este escenario son muchos los perros que durante el año entran sin dueños y salen adoptados. Por supuesto, tienen más facilidad para salir los cachorros, pero también el resto encuentra una segunda oportunidad. "Los países del norte de Europa son los que más adoptan a perros españoles", informa Juana García, encargada del centro de acogida animal. Esto se debe a que "en esos países las personas tienen más conciencia al respecto", comenta García, apenada por que en España no sea así.

Unos noventa animales viven en este lugar con sus noventa historias de abandono, maltrato y dejadez. Ruta es una perrita de dos años que fue encontrada en la zona de Ruta de la Plata, de ahí su nombre. La recogieron tras ser atropellada, pero ahora, una vez operada, corre feliz a la espera de que alguien quiera acogerla como una más de la familia. Lo mismo le ocurrió a Ligo, un podenco adulto que encontraron atropellado en la Charca Musia y que ya está sano, pero cojeando de una de las patas traseras donde tuvo grandes daños. Los benjamines son cuatro hermanos de labrador negro que llamaron a la puerta de la perrera metidos en una caja de cartón. Ellos tienen la suerte de estar ya adoptados en la lejana Alemania.