Cuatro horas de pleno en las que si bien es cierto que los grupos políticos del hemiciclo cacereño se fueron por las ramas en ocasiones para llegar a ninguna parte --es lo que tiene una cámara tan variopinta en representación--, hubo un anuncio u ofrecimiento más bien que destacó sobre los demás y fue el realizado por la alcaldesa, Elena Nevado, a la Junta de Extremadura para que se plantee la posibilidad de hacer del Teatro Principal la tan demandada sede del conservatorio de Cáceres.

El que fuera el primer teatro de variedades que tuvo la ciudad, una joya arquitectónica del siglo XIX, que de manera inminente pasará a manos del ayuntamiento podría ser en principio una salida más que airosa para un inmueble en estado absoluto de abandono, que albergó la célebre panadería de la Romualda, y que obligatoriamente porque así lo contempla el Plan General Municipal debe ser destinado a equipamiento cultural.

El pleno contó con la presencia del director del conservatorio, Leandro Lorrio, un hombre que denodadamente está luchando para que una reclamación de años pueda verse al fin cumplida. Es un avance importante el de ayer porque logró la unanimidad del plenario, al menos en dar los dos primeros pasos: el primero, solicitar a la Junta de Extremadura la búsqueda de soluciones para que en el menor plazo de tiempo posible se realicen las negociaciones apropiadas con el fin de que la ciudad cuente con unas instalaciones idóneas para los estudios profesionales de música. El segundo, que el ayuntamiento se comprometa a favorecer los requerimientos del conservatorio y ponga a disposición los diferentes terrenos municipales de uso educativo para su estudio por si se estimaran necesarios.

El conservatorio Hermanos Berzosa de Cáceres fue creado en el curso 1987/88 por el Ministerio de Educación y Ciencia, estableciéndose su ubicación en el Complejo Cultural San Francisco mediante un convenio con la Diputación de Cáceres por un periodo de 50 años de duración. En la actualidad, con las transferencias educativas, el Conservatorio depende de la Consejería de Educación y Empleo.

El próximo curso cumplirá treinta años en el Complejo Cultural San Francisco, y a lo largo de este tiempo ha ido creciendo de tal forma que las aulas de que dispone son insuficientes para dar cabida a la labor profesional de los 57 profesores que atienden las necesidades educativas de cerca de 600 alumnos. Es innegable el servicio prestado a lo largo de estas últimas décadas por la Diputación, pero las dependencias actuales, los requerimientos y la propia evolución de un centro que siempre debe aspirar a más en lo educativo y académico, hacen imposible mantener los emplazamientos actuales.