El sábado tomó posesión la nueva corporación municipal. La expectación era tanta que no solo el salón de plenos sino los pasillos estaban a rebosar. En ellos se pudieron escuchar algunos escasos y significativos murmullos de desaprobación a los pactos del tripartito. Jamás se habrán visto caras más largas en un acto similar. Se puede explicar, pues conlleva para algunos volver a fichar a las ocho de la mañana y para otros apuntarse al paro.

Sin embargo debería ser lo normal en una sociedad democrática. Entre los presentes no se vio a los altos cargos del PP. Me parece que Saponi merecía un apoyo explícito por su parte, pero quizás no han querido presentarse como copartícipes de la pérdida de la alcaldía. ¡ Ay del caído!

La novedad más importante fue la votación a mano alzada para designar a la alcaldesa. Eso visualiza el pacto pero también revela que se querían evitar sorpresas. En cuanto al discurso, diremos que se ha tratado de una lectura institucional, abriendo la mano a la oposición y derramando esperanzas. No sería de recibo que esas esperanzas se frustraran pues una ocasión semejante tardaría mucho tiempo en volver a presentarse.

Es verdad que esta corporación levanta recelos y suspicacias, pero no es menos cierto que despierta expectativas y esperanzas. Será precisa mucha mano izquierda para manejar la compleja situación, generosidad para satisfacer algunos egos y tener a mano unos bozales y cremalleras para evitar asperezas y desacuerdos públicos. Quizás, al dejar en manos de la Junta el PGOU, han dejado pasar una oportunidad de visualizar el pacto, mostrar la capacidad de llegar a acuerdos y hacernos creer que algo ha comenzado a cambiar. Suerte.