El ayuntamiento prepara el pliego de condiciones para volver a sacar a concurso el Kiosco Colón, ubicado al final del parque de Calvo Sotelo (prolongación del paseo de Cánovas). El actual empresario lleva explotando el negocio dos décadas. Fue él quien se encargó de derruir el anterior local y de construir uno nuevo en ese mismo espacio. Precisamente por esto la concesión se hizo por veinte años, que cumplen el próximo 19 de enero. El servicio de contratación del consistorio trabaja ya en la redacción de las condiciones técnicas y administrativas que regirán la nueva adjudicación, que previsiblemente tendrá una duración menor que la anterior. El actual propietario aún no ha decidido si volverá a presentarse al concurso.

El contrato vence en el mes de enero sin embargo, si en ese momento el ayuntamiento no cuenta todavía con un nuevo adjudicatario, prorrogará la concesión al actual empresario con el objetivo de que el negocio no tenga que cesar su actividad mientras se resuelve el concurso. El local emplea a unas 20 personas (dependiendo de las fechas del año el número de trabajadores fluctúa entre las 14 y las 20 personas, según indicó ayer a este diario su propietario), ya que abre en horario ininterrumpido desde las siete de la mañana hasta por la noche.

El Kiosco Colón es uno de los dos establecimientos hosteleros ubicados a lo largo del paseo de Cánovas y de titularidad municipal. Junto al Quiosco de la Música, fueron los primeros locales de este tipo que abrieron en parques de la ciudad, hasta que en el año 2012 el ayuntamiento decidió sacar a concurso otros quioscos ubicados en otras zonas verdes de la ciudad, con el objetivo de dinamizarlas y darles un uso durante los meses de verano. Así, se abrieron terrazas en el Perú, el Rodeo y el parque del Príncipe. Este concurso también incluía los quioscos de los parques Padre Pacífico y Mejostilla, pero estos quedaron desiertos.

QUINCE AÑOS / El último en abrir ha sido el de la plaza de Antonio Canales (plaza de Italia). El ayuntamiento lo sacó a concurso después de que cumpliera el contrato anterior y en el pliego figuraba la necesidad de llevar a cabo una reforma. El actual adjudicatario renovó la imagen del establecimiento y abrió sus puertas hace poco más de un año. En este caso la concesión es de quince años, prorrogables otros cinco; en cambio la mayor parte de los contratos de estos espacios, al no tener el adjudicatario que realizar obras, tienen una vigencia de dos años porrogables a cuatro.

No obstante el negocio que se explota en el Bombo de Cánovas es anterior también a 2012. En el año 2008 se sometió a una reforma integral para renovar su imagen y solucionar los problemas de humedades y filtraciones que tenía.