Los verdaderos amantes de la ópera no se retraen si no consiguen un buen asiento. Lo que les interesa es asistir a la representación como sea y donde sea, emocionarse y llorar si se tercia o patalear y abuchear si escuchan un fiasco, pero disfrutar siempre.

Los amantes de la ópera no se pierden una obra, aunque tengan que asistir a la cuarta representación, cuando la suplente sustituye a la prima donna , y aunque tengan que comprar esa famosa entrada del Liceo, del Palau de la Música o del Teatro Real de Madrid que queda detrás de una columna y sólo permite ver una esquina del escenario.

Lo que sucede con la ópera pasa también con otros espectáculos: están los incondicionales que acuden en busca de la delicia o la emoción y están quienes hacen acto de presencia porque se trata de un acto social al que resulta de buen tono asistir.

ENCHUFE En Cáceres, durante algunos años se dio esta curiosa situación con el baloncesto. De ser un deporte minoritario, pasó a convertirse en el más importante acto social de la ciudad y se cuenta que durante las primeras temporadas en la ACB se recurría a las más altas instancias para conseguir un asiento de socio de lujo . Pasado el momento de las prima donna , se ha acabado la aureola social y el baloncesto ha vuelto a ser sólo un deporte, aunque eso sí, con una masa de aficionados detrás más importante que hace 15 años.

En la ciudad feliz , parece bastante normal esto de acudir a los espectáculos, encuentros deportivos, conferencias, inauguraciones o conciertos más por el prestigio social que regala la asistencia que por el placer personal que proporciona.

Esta práctica cacereña no es nueva como se recoge en un párrafo del libro Un hombre a la deriva del intelectual y escritor cacereño Pedro Romero Mendoza. Un revelador diario que acaba de ser magníficamente rescatado por la Editora Regional, un libro que gusta tocar y entretiene leer en la edición minuciosa de los profesores cacereños Santos Domínguez y Rosalía Ruiz.

En Un hombre a la deriva , Pedro Romero Mendoza comenta una conferencia que impartió sobre Lope de Vega en el Ateneo de Cáceres en 1935 y asegura que la burguesía y la aristocracia cacereñas, si van a los actos públicos, no acuden a oír, "vienen a ser vistos. Nada les importa lo que se diga y la forma en que se diga. Lo que les interesa es el crédito, la importancia, el relieve social del disertante". En este caso sería el relieve social del equipo de baloncesto.

Uno de los aspectos que más llama la atención del baloncesto cacereño es que la mayoría de los expresidentes y exdirigentes sólo acuden al pabellón si son directivos (una excepción es Bermejo). En cuanto dejan de mandar, desaparecen. Parece como si para ellos, el Cáceres CB fuera una empresa en lugar de un equipo deportivo... Como si no fueran aficionados al baloncesto, sino a las gerencias. Y eso, cuando menos, resulta paradójico.

En Plasencia, sin embargo, no ocurre así. Fíjense en las sutiles diferencias entre la situación directiva en ambos clubs. En Plasencia, desde hace 13 años manda el mismo presidente, Martín Oncina, y la directiva está formada por las mismas diez personas, que comparten dos rasgos: tienen entre 45 y 55 años y todos jugaron al baloncesto antes de hacerse directivos.

Al inicio de cada temporada, los 10 avalan un dinero que si no son rigurosos en el gasto, perderán. Ninguno tiene aspiraciones políticas como se ha demostrado a lo largo de estos 13 años y pactan igual con el PP, con el PSOE o con los independientes. El presupuesto lo tienen tan diversificado que si les fallara el ayuntamiento, la diputación, la junta, la caja de ahorros o la empresa principal que los apoya, perderían como mucho el 15 % de ingresos.

No acuden nunca a los intermediarios para fichar, sino que siguen a 200 jugadores de las ligas EBA, LEB 2 y a algún joven de LEB 1, los fichan en mayo y lo primero que repasan son los informes sobre su temperamento y comportamiento en el vestuario. En Plasencia, a los directivos no les importa ver el espectáculo desde detrás de una columna. En la ciudad feliz , o van al palco o pasan del baloncesto.