La hostelería también se muestra preocupada por las cañas de Nochebuena. Los locales solo pueden estar al 40% de su capacidad, no se puede consumir en barra y mucho menos en la calle; sin embargo, en Cáceres es uno de los días más multitudinarios por excelencia y de sobra son conocidas las aglomeraciones en las zonas más frecuentadas, como son la plaza de los Maestros, la Madrila y la calle Pizarro.

Los empresarios temen no poder frenar las multitudes, por lo que ya algunos han decidido cerrar y otros se lo están planteando. Se trata de los ubicados en la plaza de los Maestros, donde los clientes acababan tomando sus consumiciones en la calle porque el aforo del interior de los locales estaba al completo.

Nada de eso pasará este año, o al menos los hosteleros no están dispuestos a asumir con la responsabilidad de que los clientes incumplan las normas. Por eso Mario y Marieta, situado en esta plazoleta, ya ha tomado la decisión de cerrar sus puertas ese día. «Con las restricciones de límite de aforo no tengo la certeza de que se puedan garantizar las medidas de seguridad», afirma su propietario, Augusto Diez. Prohíben el consumo fuera del local pero aseguran que cada año muchos jóvenes se reúnen en esta plaza para hacer botellón, cosa que ellos no pueden controlar. «Nos han culpado de esto a los establecimientos y no estoy por la labor de que llame alguien a la policía y se culpe a mi local, bastante criminalizada está ya la hostelería con el covid», insiste. Sí abrirá el otro establecimiento que regenta en la avenida Hernán Cortés, La Trastienda de Mario y Marieta, pero solo podrán acceder las personas que tengan reserva. «Está fuera de la zona conflictiva, así es que creo que será más fácil garantizar las medidas de seguridad», asiente.

Los otros dos bares de esta plaza de la avenida de España, Nuevo Mesón (conocido popularmente como ‘los champis’, por los pinchos que ofrecen) y Oliver, se plantean también no abrir el 24 de diciembre por la misma razón. «Dentro del local cabe poca gente (solo pueden estar en el interior 24 personas por las restricciones de aforo) y si los clientes salen fuera no puedo controlarlo. No puedo arriesgarme a que me denuncien», indica Antonio Vázquez, dueño del Nuevo Mesón. La próxima semana se pondrá en contacto con la Policía Local para intentar consensuar con ellos cómo conseguir garantizar las medidas de seguridad. Si llegan a un acuerdo puede que abra. «La Nochebuena es uno de los mejores días del año pero es muy probable que terminemos por no abrir», se lamenta.

La decisión la tomarán junto a la nueva asociación que se ha constituido en esta plazoleta. «Será una decisión individual de cada propietario, pero nosotros como asociación lo que queremos es que se proteja la salud al máximo. Lo que está claro es que, aunque se abra, no se va a liar el jaleo de otros años», asegura el presidente del colectivo, José Félix Nevado. No habrá tanta gente porque, además de la pandemia, los vecinos ya se han quejado en multitud de ocasiones por el ruido que genera esta festividad, recuerda Nevado.

Lo que harán en otras zonas

En otras zonas, no tan multitudinarias pero también muy frecuentadas este día, como es el barrio de Cabezarrubia, los empresarios sí abrirán sus locales, pero algunos han decidido hacerlo solo con reserva. Es el caso de En Boca, en la avenida de París. Sin embargo Jesús García, su propietario, no colocará la terraza para evitar también esas aglomeraciones (ha tomado esa decisión que solo cambiará si saliera un día bastante soleado). De momento solo tiene dos reservas. «El día de Nochebuena es el día más grande del año, aquí suelen venir unas 700 personas, pero hay que acatar las normas y con la terraza es muy difícil», reconoce.

Aun con la Navidad por delante, los hosteleros dan el año por perdido. En el caso de Jesús García, de En Boca, esta Navidad no tiene ni una reserva para la comida de Reyes, que siempre tiene ya completas en estas fechas: «Este año no han llamado ni para preguntar», precisa. Ha tenido que prescindir de la mitad de su plantilla. Lo mismo Augusto Diez, de Mario y Marieta: «Está siendo un año malo, horrible. A la hostelería nos han criminalizado. Estamos tachando días en el calendario para ver si somos capaces de aguantar», dice. Y se quejan de la falta de ayudas públicas, a pesar de que tienen restricciones de horarios y de aforos: «Sobrevivimos con los aforos limitados pero nosotros pagamos el 100%».