Chema y María José decidieron en los años noventa del pasado siglo formar una familia. Poco a poco, fueron llegando Mimi, Vanesa, Tomás, Marisol, Sole, María José y Alicia. Juegos en las calles del barrio, vacaciones en el pueblo, Berzocana, donde siempre eran bien recibidos, bicicletas, paseos, risas y juegos. Hasta aquí todo normal, si no fuera porque sólo dos de sus hijos son biológicos y los otros cinco, de acogimiento.

Un mes de abril del 1993, hace ahora 25 años, José María Tovar, Chema, y su mujer, María José Pérez, decidieron poner en marcha un proyecto novedoso, ofrecer un hogar y una familia a personas con discapacidad psíquica, procedentes de entornos desestructurados y que estaban en dependencias de la administración regional. Una iniciativa sin igual en todo el país, que apostaba por la integración y la normalización.

El padre Ángel, de Mensajeros de la Paz, les ayudó a poner en marcha el proyecto y el entonces presidente de la Junta de Extremadura, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, lo aprobó. En estos años, por su casa han pasado nueve hijos en total, que se han sumado a María José y Alicia, sus hijas biológicas, parte ellas también fundamental en la normalización de sus vidas.

Con Chema y María José, todos estos hijos han crecido, han aprendido a ser un poco más autónomos, a compartir, a repartirse las tareas de la casa, a mirar por la mirilla antes de la abrir la puerta, a respetarse, en definitiva, a vivir en familia.

Ayer celebraron estos 25 años en el Complejo Cultural San Francisco, donde acudieron a compartir el momento la alcaldesa de Cáceres, Elena Nevado, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, la exalcaldesa, Carmen Heras, o el vicepresidente segundo de la Asamblea de Extremadura, Fernando Manzano, entre otros cargos públicos. Todos elogiaron a Chema, María José y la labor de toda la familia, «todo el mundo tiene su sitio en la sociedad, siempre que se aprovechen sus capacidades», dijo Rodríguez Ibarra. El padre Ángel, que tenía prevista su asistencia, no pudo finalmente acudir, pero envió un vídeo con un mensaje de cariño y apoyo, que terminó con un «sois unos campeones». También estuvieron sus amigos y, por supuesto, sus hijos. Todos ellos hicieron a sus padres un homenaje sorpresa, que se unió al que, sin saberlo, recibió la madre, María José, de sus hijos y marido. Como confesó Elena Nevado, más de una «lagrimita» corrió por las mejillas de los asistentes, así como una admiración unánime por esta familia unida y generosa que hacen de la intregración su razón de ser.