Dicen los historiadores que las tropas de Franco nunca hubiesen ganado la Guerra Civil sin el apoyo de los países fascistas. Lo cierto es que, tras el levantamiento militar, el bando sublevado quedó mal posicionado y en zonas con menor armamento. Necesitaban ayuda, y la ayuda vino de Italia y Alemania. Cáceres jugó un papel crucial en esa alianza, porque fue aquí donde Franco se reunió con los emisarios de ambos países, y fue aquí donde se instaló la base secreta de blindados, concretamente en los castillos de las Arguijuelas. Los alemanes proporcionaron armamento y formación a los españoles, y aprovecharon estas operaciones en escenarios reales para ensayar su locura bélica de solo tres años después: la II Guerra Mundial.

El funcionamiento de la base de las Arguijuelas, a la que tenían prohibido acercarse todos los ciudadanos, se conoce hoy al detalle, incluidos los números de blindados, las tropas, sus rangos, nombres y apellidos, gracias al trabajo de investigación y recopilación realizado por el historiador cacereño Antonio Rodríguez González, quien ha ganado un premio en los Coloquios Históricos de Extremadura 2008 con este estudio, que también ha abordado en ponencias. Es todavía un episodio generalmente desconocido por el secreto de la base, que incluso importaba su propia cerveza alemana.

'Panzer' en la dehesa

¿Pero cómo llegaron los modernos tanques Panzer a Cáceres? Nada más producirse el levantamiento, Extremadura se convirtió en zona clave por ser el pasillo natural entre las tropas sublevadas del norte y del sur, y terreno de avance hacia Madrid. En realidad, los nacionales solo controlaban un tercio de la península y el Protectorado de Marruecos, y por tanto una menor parte de la aviación, la armada y las guarniciones. De ahí que las principales operaciones se desarrollasen en Extremadura al inicio del conflicto para su control estratégico. Tras la toma de Badajoz el 14 de agosto, Franco instaló su cuartel general en Cáceres, desde donde iba a dirigir las operaciones para romper el cerco de Toledo y seguir hasta Madrid. Pero precisaba ayuda extranjera.

Entonces envió emisarios a Italia y Alemania, que respondieron pese a haber firmado el acta europea de no intervención en España. El 6 de septiembre de 1936, el teniente coronel alemán Walter Warlimont y el general italiano Mario Roatta aterrizaron en el campo de aviación cacereño (actual recinto ferial) para entrevistarse con Franco en el Palacio de los Golfines de Arriba, su cuartel general desde agosto, según relata el historiador Antonio Rodríguez. Concretaron el envío de medios y hombres, que en algún caso ya empezaban a llegar. Los aviones de la Luftwaffe habían ayudado a cruzar las tropas de Africa a la Península, y habían apoyado en los primeros combates, siempre bajo secreto.

Los alemanes se percataron pronto de que los españoles carecían de unidades blindadas, cañones antiaéreos y anticarro (había unos 60 muy anticuados en todo el país). Por eso atendieron la demanda con creces. El 23 de septiembre, Wilhelm von Thoma, teniente coronel jefe del 2º Batallón del Panzer-Regiment IV, fue pasaportado a España para liderar el grupo acorazado que operaría en las Arguijuelas. Era experto en el desarrollo de las fuerzas blindadas alemanas y convencido de la importancia de éstas en la guerra moderna como arma independiente de la Infantería (el tiempo le dio la razón). Por ello, la unidad se conoció como Gruppe Thoma , aunque su nombre fue Panzer Gruppe .

Por entonces se pidieron voluntarios en Alemania para una misión "de cierta relevancia y alto secreto" en la que podría haber "fuego real y la posibilidad de caer prisioneros e incluso muertos", sin indicar el destino. Fueron seleccionados 267 militares que se concentraron cerca de Berlín y recibieron una paga extra de 200 marcos, además de ropa civil y pasaportes falsos. También se dispusieron 41 tanques del modelo reglamentario, en ese momento el Panzerkampfwagen I Ausf. A , además de 20 cañones anticarro, otros 8 cañones de 20 mm., diversas armas ligeras, piezas de repuesto para todo y diferentes vehículos: 45 camiones de carga, 8 camiones taller, 18 motocicletas BMW...

El 30 de septiembre embarcaron en Stettin a bordo de dos buques rumbo a España. Las tropas se habían hecho pasar por turistas. Las armas, vehículos y municiones iban camuflados en las bodegas, dentro de enormes cajas. El 7 de octubre alcanzaron aguas españolas para desembarcar en Sevilla y trasladarse por

tren, en distintas expediciones, hasta la estación de Aldea del Cano, ya junto a las Arguijuelas.

Aunque en principio estaba concebida como una unidad de acción rápida, el Panzer Gruppe no fue enviado al frente porque se vio más conveniente que formara a tropas españolas en tácticas de la moderna guerra acorazada. Solo intervino puntualmente en el frente de Madrid. Además de escuela de instrucción, la base sirvió de depósito de armas pesadas. Muy pronto, el 18 de octubre, el general Franco se trasladó para pasar revista a las tropas alemanas, que fueron llegando paulatinamente hasta alcanzar los 307 efectivos militares en diciembre, organizados en una unidad de plana mayor, tres compañías de carros, una de transporte, una de taller, una unidad de instrucción antitanque, la armería y dos intérpretes. El historiador Antonio Rodríguez detalla sus integrantes y grados.

Un sidecar se estrelló

El emplazamiento se mantuvo bajo secreto. Incluso Franco envió una orden expresa para que no se facilitase a "persona alguna" el acceso, tras enterarse de que el gobernador civil de Cáceres había autorizado a tres periodistas portugueses la visita a la finca. Los alemanes no se relacionaban con la población cacereña, de hecho tenían sus servicios de intendencia y una cantina en uno de los castillos. Sin embargo, a la semana de su llegada un brutal accidente conmocionó a la ciudad y reveló su presencia. Un sidecar se estrelló contra un muro cerca de la actual Cruz de los Caídos y dos brigadas murieron, uno en el acto y otro cuando ya había sido trasladado a Alemania para evitar más sospechas. Pero aquello fue tan evidente que incluso se colocó un monolito con el nombre de los fallecidos y el emblema de la unidad de tanques. Años después, y por este mismo motivo, se le dio al lugar el nombre de Avenida de Alemania.

Mientras, la base seguía recibiendo hombres y materiales. Su plana mayor pasó a instalarse cerca del frente, en la población madrileña de Cubas de la Sagra. Los españoles aprendían rápido la conducción, técnica y táctica de los Panzers , "pero también otras disciplinas igualmente importantes en el marco de una guerra moderna y multidisciplinar: el empleo de lanzallamas, de cañones antitanque, la conducción de pesados camiones de transportes...", explica el historiador. En Cáceres ya se había creado en octubre un batallón español de carros de combate con personal del Regimiento de Infantería Argel 27, y la primera unidad anticarro de la zona sublevada, formada por un brigada, cinco sargentos, once cabos, sesenta tiradores y dos conductores.

En las primeras semanas se constituyeron hasta tres compañías antitanque de diez piezas (algunas motorizadas), y se instruyó para ello a 7 oficiales, 30 suboficiales y 120 artilleros.

Hacia diciembre, von Thoma propuso a Franco la creación de una escuela de anticarros incluida en un proyecto más ambicioso llamado Centro de Instrucción y Reserva de Carros y Anticarros. Tras obtener el visto bueno, en junio de 1937 se impartieron en Cáceres los cursos de formación en cañones antitanque a cinco compañías, con cien nuevas piezas enviadas desde Alemania a través de Vigo. Todas ellas, junto con las que ya luchaban en el frente, formaron la Agrupación de Artillería Antitanques del Ejército Nacional, bajo el mando del capitán José del Toro, instruido en las Arguijuelas.

En agosto de 1937 llegaron de Alemania otras 50 piezas de artillería, 18 carros de combate y miles de fusiles y cartuchos, que probablemente se redistribuyeron desde Cáceres al frente y a las escuelas de instrucción que ya había en Madrid y Toledo. Respecto a los lanzallamas, el propio Franco ordenó el traslado urgente de unidades a las Arguijuelas para aprender su manejo.

El material enviado desde Alemania y la instrucción en los castillos se consideran decisivas para el devenir de la guerra y están en el origen del actual arma blindada española. La base fue por tanto operativa y funcionó hasta el verano de 1937 según se tiene constancia. Después posiblemente quedó un pequeño destacamento alemán como mero depósito o almacén de material. Terminada la guerra, su hombre fuerte, von Thoma, dirigió varias unidades acorazas en la II Guerra Mundial y cayó prisionero en Egipto cuando formaba parte del Estado Mayor de Rommel, el Zorro del Desierto . Murió de regreso a Alemania en 1948.