--En su casa querían que estudiara Medicina, pero usted prefería Periodismo y al final hizo Magisterio. Luego aprobó una oposición a la Diputación de Cáceres. Después de todo... ¿cómo llegó a la política?

--Me llamó José María Saponi en 1999 y me preguntó si quería entrar en su equipo. Yo ya formaba parte del PP, había echado una mano en ocasiones y mi marido fue alcalde del Ayuntamiento de Torre de Santa María. Además estaba en el mundo del asociacionismo, concretamente en el ámbito de la discapacidad, y se necesitaban personas vinculadas a los servicios sociales. Por todo ello le respondí que sí, me pareció una buena experiencia que además me permitiría ayudar.

--Pero entró de edil de Parques...

--Sí, y me encantó, fue un año estupendo con Diosdado Simón como jefe de la brigada. Teníamos una buena relación, decía que era una pija porque me gustaba poner flores alegres en la ciudad. Por entonces se empezaron a sembrar plantas de temporada. Todos los jueves supervisábamos las zonas verdes y comenzamos a realizar una guía de los parques que no salió adelante porque él desgraciadamente falleció y yo pasé al frente del Instituto de Bienestar Social cuando Rosa María Fernández se fue al Senado.

--Llegó a dirigir tres concejalías...

--Comencé en Asuntos Sociales antes de que me relevaran en Parques y Jardines. Entonces a Teodoro Casado le hicieron un trasplante de corazón y tuve que coordinar Festejos. Parece que no, pero las personas tenemos capacidad de adaptarnos a todo.

--Y aguantó en política municipal hasta 2011, los últimos cuatro en la oposición con Heras de alcaldesa. Pasar al otro lado debe ser duro porque la capacidad de maniobra se acaba. ¿Qué espina no consiguió sacarse?

--Quise haber estado ocho años, pero continué cuatro más precisamente por esos proyectos que se quedaron solo apuntalados. Al final no fue posible y me dio una pena tremenda. Primero, el plan de barrios en Aldea Moret, era un proyecto colectivo realizado con las ideas de todos. La Junta nos dio una pequeña subvención pero con lo poco que teníamos empezamos a arreglar algunos bloques, los vecinos estaban implicados, los técnicos buscaban soluciones, se hacían actividades de concienciación, se desarrollaban proyectos del Urban... La situación era difícil y no había varitas mágicas, pero poco a poco se hubieran logrado cosas. No dio tiempo de más. Otra espina fue que, después de cuatro años de formación y preparativos, no siguió adelante la Unidad de Igualdad. Era singular, muy atípica, se concebía como un hogar con todos los recursos.

--A Basi Pizarro se le conoce más por su persona que por sus acciones. ¿Bueno o malo?

--Dentro de mi gestión política se hicieron cosas de las que me siento orgullosa. No es por alabarme sino porque lo entiendo así. Ahora bien: siempre dije que cuando saliera me gustaría mantener el contacto con los demás, hablar con la gente, no sentirme rechazada y afortunadamente así ha ocurrido. En política, el mayor logro es ser una persona normal antes, durante y después.

--Y precisamente su sensibilidad fue quizás una mala compañera. Sufría con el enfrentamiento político, le dolían los golpes bajos, no se acostumbró.

--La política exige unas espaldas muy anchas, no todo el mundo está satisfecho aunque tengas por principio recabar la opinión de los demás. Además, somos humanos y nos equivocamos. Pero esas críticas dañinas que tiran por tierras tus esfuerzos, esas sí me dolían, lo reconozco.

--¿De qué proyectos se siente realmente orgullosa?

--El Servicio de Ayuda a Domicilio para los mayores pasó de unos 80 usuarios a más de 700. La Teleasistencia también aumentó de unos 70 terminales a 400. Pero la política social no son grandes logros, sino pequeñas cosas.

--¿Había ya goteras en el Imas?

--Sí, siempre fue una lucha con el área de Obras para que arreglaran el tejado por completo. Reparaban una y salía otra.

--En el interior del Instituto de Asuntos Sociales se deben conocer muchos problemas. ¿Convivimos con dramas ciudadanos que ni sospechamos?

--Al principio me iba todos los días con un sofocón tremendo a casa. Es difícil imaginar los problemas que existen. Pero sobre todo me impresionó que quienes peor están no piden ayuda, sino que son otros (familiares, amigos...) los que dan la alarma. Muchas veces la gente que calla o que sonríe esconde situaciones que te encojen el alma.

--¿Y por qué existe la sensación de que ésta es un área menor, cuando debería ser la primera?

--Sí, la consideran como la maría , pocos quieren estar al frente. Es duro, hay que tener cuerpo para ello y para escuchar las situaciones. Allí van ciudadanos con verdaderos problemas.

--¿Y ese 'feeling' que siempre tuvo con la tercera edad?

--Me han enseñado cantidad de cosas, la primera a bailar. Son muy inteligentes, tiene mucha experiencia y da gusto hablar con ellos. Valoran la sinceridad.

--Y justo lo contrario con la concejala del PSOE que tomó su relevo, Marcelina Elviro. ¿Por qué esas guerras?

--Ni siquiera yo me lo explico. Ni lo entiendo, ni lo he entendido nunca. En la oposición me pusieron de portavoz en política social. Cada vez que abría la boca no me decía nada bonito. Yo le contesté en su momento que no iba a aprobar ningún acta porque allí no se ponían las voces ni los gritos. No lo entiendo, no todo el mundo aunque sea la oposición política debe verse como un enemigo.

--Y ahora está de adjunta a la dirección del Sepad...

--Les dije a mis compañeros de la Diputación que me mantuvieran mi mesa, que volvería, y lo hice. Estoy de nuevo en excedencia y les he repetido lo mismo. Volveré encantada.