El tratamiento de residuos biosanitarios y peligrosos cumple un año en la región. El 24 de abril del 2003 la empresa extremeña Interlun abría en el polígono de Las Capellanías la que se convirtió en la única planta de tratamiento de este tipo de residuos en toda la comunidad de Extremadura y en un entorno de 300 kilómetros. Con esta instalación, en la que se invirtieron 1,2 millones de euros, el material residual peligroso generado en hospitales y centros sanitarios extremeños pudo dejar de trasladarse a otras regiones para ser tratado, como ocurría hasta la apertura de la planta cacereña.

Aunque esta planta tiene tres líneas de funcionamiento --tratamiento de residuos biosanitarios, recuperación de líquidos fotográficos y almacenaje y transferencia de residuos peligrosos-- su principal actividad es la biosanitaria. De estos residuos --material sanitario procedente de enfermos con determinadas enfermedades infecciosas, como agujas, gasas..., y demás material sanitario, además de restos de medicamentos-- han pasado por las instalaciones cacereñas en este primer año de vida unas 600 toneladas (15 toneladas a la semana).

Funciones y actividad

"El material sanitario que llega a la planta se somete en ella a un cuidadoso proceso de esterilización que, con temperatura y presión, permite que deje de ser peligroso y se convierta en simple residuo sólido urbano y se trate como tal. Es decir, se esteriliza y se convierte en un residuo normal", indica a EL PERIODICO el gerente de la planta, Miguel Canal. Este aclara que el tratamiento en la planta se hace sólo de los residuos biosanitarios, no de los restos de medicamentos, "que también los recogemos, pero no los tratamos, sino que los trasladamos para su tratamiento final, la incineración, a un centro de Francia".

La segunda función de esta planta cacereña, "en la que también es única en Extremadura", es la de valorización y recuperación de líquidos fotográficos. Estos líquidos, de los que la planta de Interlun recoge al año unos 300.000 litros, proceden de empresas fotográficas, laboratorios y hospitales (derivados de las radiografías), entre otros clientes.

El proceso consiste en recuperar ciertos metales de aquellos líquidos que tienen metales recuperables y tratarlos para volver a destinarlos a la fabricación de líquidos fotográficos. "Y los líquidos, una vez recuperado el metal, se trasladan a una planta de eliminación, ya que siguen teniendo elementos peligrosos". Al no existir en Extremadura ninguna planta para ello, los líquidos recogidos en Cáceres se trasladan hasta una de Andalucía.

En el caso de los residuos peligrosos (aceites, gasolinas...) la planta cacereña actúa como simple centro de recogida. "Esta es una actividad mínima en la empresa, que simplemente recoge estos residuos para después llevarlos a Andalucía, donde existe planta de tratamiento para ellos".