En el siglo XVII Pepe Higuero era nada menos que el comendador de Alcuéscar. Poseía una de las cuatro bibliotecas que en 1609 había en Cáceres. Su misión era la formación de los leoneses que vivían en la ciudad alta, a quienes puso a disposición todos sus libros para que se encargaran de culturizar a los castellanos que vivían en Santa María y a los que solamente recibían en San Mateo, en cuyo mercado dejaban doblones y maravedíes.

Pepe Higuero, periodista, cacereño de nacimiento pero especialmente de vocación, es tan camaleónico que lo mismo hace de comendador, que de dj, que de fotógrafo, facetas todas ellas en las que deja su impronta, siempre sorprendente, siempre brillante. Así que esta vez Higuero brilla y sorprende como comendador en su papel de coordinador del voluntariado de Cáceres Evocado, ese proyecto de la Consejería de Cultura y Turismo que por segundo año consecutivo ha convertido nuestra ciudad monumental en una recreación histórica de la España barroca, centrada en el reinado de Felipe III. Cáceres Evocado comenzó el viernes para alegría de esta ciudad que tanto en el siglo XVII como en el XXI sigue siendo solidaria, tolerante y hospitalaria.

Leonor Cáceres Sánchez nació en Madrid porque sus padres, emigrantes de Albalá, tuvieron que dejar su tierra en busca de un futuro mejor. Pero el destino caprichoso jugó esta vez a favor de Leonor, que ha regresado a Cáceres porque su marido está trabajando en la ciudad. El fue quien la animó a que se sumara como voluntaria del Evocado, donde recrea a una morisca en el taller del chocolate.

Leonor no para de acordarse de sus padres y cuenta los segundos para poder telefonear a su madre y darle las gracias por haber sido la mujer que desde pequeñita le transmitió el amor a su tierra, que también es la de Leonor. Y Leonor, ama de casa, no podía tener mejor apellido sino el de Cáceres, la ciudad en la que hoy hace de mujer morisca.

A Manuel Gutiérrez todos lo llaman Lillo. Nacido en Barcelona, hijo de emigrantes extremeños, ha retornado afortunadamente a Cáceres, como tantos otros. Aquí se prepara para opositar a auxiliar administrativo. Entretanto hace de voluntario del Evocado. Su aspecto y su vestimenta le vienen como anillo al dedo y por eso encarna a la perfección el papel de uno de los 168 moriscos que llegaron a la ciudad entre los 300 que partieron desde la alpujarra.

Mabel Martín, ingeniera agrónoma, es otra morisca de Robledillo, que hace las veces de monitora en el taller de música y baile. "Este un buen apoyo para el 2016", dice momentos antes de que comience la cena de bienvenida de Cáceres Evocado en el restaurante Torre de Sande, con un menú delicioso, obra de César Ráez, e inspirado por la organización en documentos de la Librería Boxoyo, de Jaime Naranjo (por cierto, Jaime, enhorabuena porque tu hija Ana, de nombre artístico Linda Mirada, triunfa con su disco. El triunfo de una cacereña en Madrid es siempre el triunfo de todos nosotros).

Leonor Flores, consejera de Cultura, preside el acto. Hay un recuerdo emocionado a las 161 personas que durante todo un año llevan trabajando para que Cáceres Evocado se haga realidad. Leonor (con pendientes regalo de su chico y que solo tomará unos días de vacaciones en agosto para irse a Zahara de los Atunes), confiesa que si hubiera nacido en el XVII hubiera sido morisca. Por encima de los interrogantes históricos a los que el Evocado da respuesta, Leonor destaca el papel de la ciudadanía como verdadera protagonista de esta iniciativa.

Juventud, divino tesoro

Harta de encallar siempre en el puerto de la penuria, Carmen Heras ha rejuvenecido tras quitarse la losa de encima. "Noto el cariño de mi partido, de la gente. En Cáceres la decisión ha caído muy bien", asegura sobre la ruptura del pacto con Izquierda Unida que tanto han agradecido los cacereños en su conjunto. A Carmen, que en agosto se tomará unos días de descanso primero en Galicia y después con sus padres en Zamora, le gusta más el siglo XXI que el XVII, seguramente porque en el Barroco la gente era menos espontánea y con excesivos corsés.

Pilar Caldera es la directora del proyecto. Al verla siempre nos viene a la memoria esa frase del dramaturgo cacereño Francis Acedo: "no existen las clases, existe la clase". Fue una sorpresa reencontrarnos con Honorio Blasco, que fue director de Promoción Cultural de la Junta, con el arquitecto Angel González (siempre tan correcto) y su mujer Teresa Chamorro (qué decir de Teresa: guapa, guapa y guapa). También acudió el empresario Jesús Alarcón, la directora general de Patrimonio Cultural, Esperanza Díaz (que sepas que nos encantó verte bailar en el Palacio de las Cigüeñas), el fotógrafo Luis Casero, (es un placer compartir contigo mesa y mantel) y su mujer Rosa, que no es Rosa Casero, que es Rosa González Arroyo. (Rosa, estabas muy guapa con ese vestido que te compraste en Badajoz cuando fuiste a recoger a tu hija María, que a sus 19 años ya estudia 2º de Medicina en Badajoz. Casi ná).

La cena en Torre de Sande nos recordó mucho a aquellas otras cenas medievales que a finales de los 80 se organizaban en el Parador de la mano de Olga Estecha, Felipe Ortega y Tete Alejandre, secretario técnico del Evocado. Tete, tomamos nota y pasaremos por la cafetería del Museo Vostell de Malpartida, que llevan Estela y Lin (¿se acuerdan, el primer dueño de La Machacona?).

El equipo de la Consejería de Cultura acudió a la cena: Ana Martín, Antonio Pacheco, todo corrección, Javier Alonso de la Torre, gran conversador, las periodistas Esperanza y Estefanía, gracias por vuestras atenciones... Y también vimos a Javier Sevilla, jefe de protocolo de la alcaldesa, siempre como un pincel, los periodistas Rubén y Sergio, nos debéis una barbacoa, Anabel Calado, jefa de prensa del ayuntamiento, en su sitio sin perder la compostura, y Marcelina Elviro, concejala de Asuntos Sociales, con vestido de Anguria (la boutique de Pilar Jiménez).

Mientras San Jorge y San Mateo recuerdan el pasado para entender lo que somos y lo que seremos, nosotros seguimos con la moviola de ese gol de Rubén Jurado que llevó a la gloria a nuestro Cacereño. Y aún suena en la batería del corazón The Final Countdown de Europe que anoche llenó de música el hípico en el Festival del Oeste (felicidades María José Casado por tu esfuerzo). El bravo final para Miguel López, concejal de Infraestructuras, merecido Pata Negra que los periodistas le han concedido. Todos ellos demuestran que Cáceres sigue siendo como uno de esos libros de la biblioteca del comendador de Alcuéscar: solidario, tolerante, hospitalario y abierto al mundo, aunque hayan pasado 400 años.