El pasado fin de semana estuve de boda en Córdoba. Ya se sabe lo bien que se pasa en las bodas. Sobre todo si no es la tuya. Pues yo lo pasé fatal. En lugar de novios veía turistas por miles. En lugar del "que se besen" oía a los peñistas del Barsa "Visca el Barsa" y "Nos vemos en el 2016". Y no veía la iglesia sino cientos de magníficos y bien conservados monumentos cercados por centenares de comercios para el turista.

Ya al entrar en la ciudad me encontré con unas obras que me obligaron a coger una desviación desconocida para mí y hube de recorrer media ciudad. Resulta que están haciendo un subterráneo que facilite la circulación hacia el polígono industrial. Porque, aunque los cacereños no lo sepamos, existen los pasos subterráneos. Me alojé cerca de la estación del AVE. La nuestra, cuando toque, estará lejos de la ciudad y en la actual estación habrá moles de cemento. Allí está en el centro de la ciudad, las vías enterradas y sobre ellas una gran avenida.

El Brillante, que es como la Montaña y la Sierrilla de aquí, completamente urbanizado, con sus calles, su iluminación, sus hoteles, sus restaurantes y sus jardines públicos. El 2016 está presente en toda la ciudad. Nosotros creemos que competimos con Córdoba por la capitalidad cultural. Ellos saben que no tienen competencia.