Cuando el 13 de octubre de 1970 las primeras alumnas estrenaron las aulas del ‘Femenino’ nunca podrían imaginarse que llegaría a sus bodas de oro; pero mucho menos que ese medio siglo iba a celebrarse en mitad de una pandemia nunca antes conocida en la historia reciente. Faltaban muchos, entre ellos Angelines Fuertes, la primera directora que tuvo el centro, y Javier Vidal, director del instituto durante casi 25 años. El coronavirus no les dejó asistir.

El Norba Caesarina es un instituto de referencia en la ciudad. Fue el segundo que abrió, tras el Brocense, y facilitó la educación a las mujeres cacereñas, ya que comenzó siendo femenino, de ahí el ‘apodo’. Por el centro han pasado miles de alumnos de Cáceres y de localidades cercanas. Ahora tiene 830 estudiantes y 80 docentes, de los que algunos se formaron incluso en sus aulas. Es el caso de María Cortés, profesora de Inglés. Llegó al instituto en 1982 a estudiar 1º de BUP. Su ilusión siempre fue terminar en este instituto su etapa educativa. Y lo logró. «La esencia del Norba no ha cambiado, la esencia de compartir y de enseñar valores. Aquí somos una familia, queremos que nuestros alumnos no nos vean como simples transmisores de una asignatura, sino de algo más», señala esta profesora.

Cortés fue una de las docentes que ayer acudió a la celebración del 50 aniversario; un acto íntimo y marcado por la pandemia. Conscientes de estar viviendo (o sufriendo) un momento único en la historia decidieron crear una cápsula del tiempo, en la que enterraron textos escritos por los alumnos, en los que abren su corazón y muestran cómo se siente un adolescente en estas circunstancias: Sin muestras de afecto y sin los abrazos de sus iguales. «Las lágrimas caen» y uno no sabe por qué, decía Carlota Barril, estudiante de 4º de ESO. En la cápsula guardaron también una grabación del pequeño acto simbólico de este 50 aniversario para que, dentro de otro medio siglo, la familia que conforme este instituto pueda revivir lo que pasó.

La alegría resiste

La alegría resiste«Era imposible imaginar que íbamos a celebrarlo con restricciones de aforo, con mascarillas y sin muestras de afecto y abrazos, tan necesarios para los alumnos a esta edad», reconoce la directora, María Delgado. La primera vez que llegó a este centro como docente fue hace 20 años, solo estuvo un curso, pero dice que le valió para llegar a querer quedarse como alumna, por la alegría que se respiraba. «A pesar de todo lo que estamos pasando se sigue respirando alegría con las sonrisas que intuimos en la mirada bajo las mascarillas», añade.

El centro había preparado un programa de actos extenso, pero se ha visto obligado a reducirlo por la crisis sanitaria. Habrá actividades en las aulas. Y ayer, además, se plantó un árbol, de la variedad quercus pyrenaica (roble), como símbolo de la fortalece que define al centro y para que dure, al menos, otros 50 años más.