Treinta personas aproximadamente se concentraron para hacer botellón el sábado por la noche en el ferial, una cifra similar a la del viernes. Con el paso de la euforia del inicio del curso universitario y la entrada del frío, las concentraciones juveniles en el ferial experimentan una progresiva decadencia en las últimas semanas mientras que, proporcionalmente, se disparan las denuncias vecinales por ruidos de fiestas privadas en pisos y minibotellones en parques cercanos a zonas residenciales.

La policía local atiende cada viernes y sábado quejas de este tipo y se ha detectado un incremento sustancial en los últimos meses, aunque se carece de cifras concretas. "Una vez que se reduce la afluencia al ferial, proliferan las molestias en los pisos y en la calle", confirma el concejal de Seguridad Ciudadana, Santos Parra.

SIN VIGILANCIA POLICIAL Que el ferial está de capa caída lo demuestra el hecho de que el sábado se suspendió la vigilancia policial del recinto por la escasa afluencia de jóvenes. Este dispositivo se estableció a mediados de octubre tras varios altercados registrados los fines de semana anteriores por la avalancha de jóvenes para subir al autobús. Ahora, los autobuses realizan los trayectos vacíos o semivacíos.

De hecho, la línea que cubre este itinerario nocturno también ha sufrido ajustes. En la madrugada de ayer, sólo un vehículo realizó el servicio --habitualmente son dos-- y se destinó un vehículo pequeño y no uno articulado como ha venido ocurriendo hasta ahora. La línea comienza a funcionar a las 23.00 y el sábado, los primeros viajeros (6), no subieron hasta las 00.15, según informó el conductor.

"Nosotros estamos sorprendidos de que haya tan poca gente aunque haga frío", señalaba Francisco García, uno de los pocos botelloneros de la madrugada del sábado. Junto a dos amigos, Antonio Galán y Pedro Luis Martínez, se trasladaron desde Malpartida de Cáceres y se encontraron con un panorama desolador en el ferial: apenas una treintena de jóvenes. "¿Dónde está la gente?", preguntaban. "Aquí lo que se necesita es una carpa, porque con el frío que hace la gente no viene", sugerían Beatriz y Victoria.

Mientras el ferial se vacía, la movida se dispersa por los barrios. "Somos 14 y hemos alquilado una casa vieja por 360 euros en la parte antigua, donde pasamos la noche", explica S.E.F., de 22 años. Como esta cacereña y sus amigos, son muchas las pandillas que optan por esta alternativa, cómoda y asequible, a la que se suman los pisos de estudiantes y pequeños botellones en parques y rincones.

EN TODOS LOS BARRIOS El problema no se concentra en un único barrio, "sino en todos", explica Parra. San Blas (aledaños de la ermita), Fuente Fría, la Sierrilla (el Olivar Chico de los Frailes), el R-66, el Paseo Alto, la ciudad monumental o el Rodeo, son los barrios donde se repiten con más asiduidad estos minibotellones . El más numeroso suele ser el del olivar Chico de los Frailes, donde se han llegado a concentrar dos centenares de jóvenes.

Aunque las dotaciones policiales acuden con frecuencia a estas zonas para desalojar a los participantes, las sanciones impuestas por vulnerar la polémica ley de convivencia y ocio --ley antibotellón -- son escasas en lo que va de año, no llegan a la decena. El año pasado, sin embargo, se llegaron a imponer 120 sanciones.

Santos Parra recuerda que la nueva ordenanza municipal de convivencia, que se aprobará este jueves en pleno, incrementará la cuantía económica de las sanciones por este tipo de denuncias, que cree será un elemento más de disuasión.