"Me freía al sol como un huevo frito cuando era joven y me pasó factura". Carmen Pérez-Coca (Hervás, 1934) fue operada hace cuatro años de un carcinoma basocelular, el tumor cutáneo más frecuente producido por quemaduras solares. Ella lo tenía en la cara. Los 17 puntos que cosieron su mejilla izquierda, y otros tantos la sien derecha, no dejaron tanta cicatriz como el miedo que sintió cuando le diagnosticaron el tumor maligno. Entonces le pesaron sus locuras bajo el sol. "Me quedé aterrorizada", confesó.

Su testimonio, ofrecido en las jornadas de puertas abiertas sobre el daño solar que acogió la Asociación de Lucha Contra el Cáncer, se convirtió ayer en una llamada de atención a los riesgos que supone exponerse al sol sin protección. El colegio de farmacéuticos y un laboratorio cosmético colaboraron en el encuentro.

Medir la melanina

Un centenar de personas sometieron su piel al sensor de un melanómetro --mide la cantidad de melanina-- para conocer el factor de protección solar que necesitaban, un primer paso para que la piel no se resienta. "Proteger no significa no broncearse, sólo evitar el efecto negativo del sol sobre la piel: fotoenvejecimiento, fotosensibilidad (alergias), inducción al cáncer...", explicó ayer la farmacéutica Isabel Carbonell.

A pesar de que la población está cada vez más concienciada de la necesidad de protegerse contra el sol, Carbonell advirtió de que ahora el problema es el uso incorrecto que se hace de las cremas protectoras. "La mayoría de la gente no se aplica correctamente los productos. Hay que hacerlo siempre media hora antes de la exposición al sol, por todo el cuerpo y renovarlos cada dos horas", detalló. Además, recomendó beber mucha agua mientras se toma el sol, vigilar los lunares y usar sombreros y gafas. "Todas las personas necesitan protección, desde las albinas hasta las negras y la aptitud para broncearse está marcado genéticamente", recordó.

Sin embargo, son los niños los más débiles ante el sol. "Sufrir dos quemaduras solares en la infancia --aseguró Carbonell-- multiplica las probabilidades de desarrollar un cáncer de piel siendo adulto". Carmen Pérez-Coca ha aprendido la lección. "Ahora uso una protección 60".