Johnny Cifuentes, líder de Burning, tiene un bar en el barrio madrileño de Aluche que se llama Cocodrilo , al que invita a sus colegas a unos tragos de Jack Daniels, su whisky favorito. Convertido ya en un icono de la movida de los 80, el grupo de rock and roll aterriza esta noche en la caseta municipal para volver a demostrar que canciones como Mueve tus caderas , Esto es un atraco o ¿Qué hace una chica como tú en un sitio como éste se han convertido en himnos para varias generaciones.

"En Cáceres siempre nos ha ido bien", dice Cifuentes al teléfono, tras haber pisado el año pasado la arena del ferial en el Festival del Oeste. En octubre próximo Burning se meterá a grabar nuevo disco, del que esta noche sonarán algunos temas, avanza el vocalista, que volverá a subirse al escenario con su fular de leopardo. "A mí no me da pelusa tocar nuestro repertorio de siempre porque me parecen unos temazos", responde con descaro a los que le preguntan si no está cansado de cantar lo mismo.

Y es que a Cifuentes el rock le sigue dando vitaminas "a sus cincuentaitantos". La clave es sencilla: "Si el primer acorde sale bien, me subo a una nube en el escenario. Si no me gusta, chungo", dice el vocalista de Carabanchel, al que compartir noche con los extremeños Maggot Brain le parece un acierto: "Son un poco más duritos que nosotros. Suenan superbien".

Al líder de Burning le sigue gustando mezclarse con su fans al terminar los conciertos. "Son tíos y tías que vienen al camerino. Se saben la música y los tragos que me gustan. Siempre me ofrecen de todo lo bueno, lo mejor", afirma Cifuentes para agradecer el cariño del público. Comprende a los grupos que vuelven porque, dice, "aunque nades en pasta, estás como loco por salir a la carretera". De la nueva camada rockera como Pereza o Quique González, tiene claro que es más generosa que cuando él empezó. Burning, larga vida.