Sacar el ´botellón´ de la ciudad ha traído el descanso a muchos cacereños. Pero a nadie se le oculta que tal medida podría conllevar dos problemas. Del primero, lo que sucede en el ferial y cómo sucede, nadie habla. El segundo habría de venir por parte de quienes se sienten perjudicados. La prudencia y el buen gobierno aconsejaban que las medidas estuvieran dentro de la más estricta legalidad y que la luz presidiera todos los pasos. Hay legítimas dudas de que haya sido así. Por una parte, algunos hosteleros han planteado actuaciones jurídicas, que han sido admitidas y eso dice algo.

Por otra parte, la oposición no obtiene los documentos que demuestren la legitimidad de las actuaciones. Y finalmente, los ciudadanos solamente tenemos la palabra de los concejales asegurando la legalidad de sus actos. ¿Es suficiente la palabra o son necesarios los documentos? Puesto que no deseamos que alguno sea sancionado o inhabilitado, esperemos que aparezcan.

Esta no es una cuestión de buenas voluntades o de resultados. La buena voluntad se le supone a todos los concejales, pero en política no es suficiente. En política lo que cuentan son los medios y los fines. Los medios suelen estar reglamentados y nunca es recomendable obviarlos, como demuestra la experiencia. Los fines --procurar el descanso de los vecinos-- no justifican la utilización de cualquier medio. Muchos luchamos para solucionar este tema, pero no de cualquier manera. Como no se soluciona la cuestión es con insultos, ni con amenazas, ni con peloteo, ni dejando a un lado la ley, ni dividiendo a la ciudadanía en buenos y malos. Y aunque uno no es nadie para dar consejos, le gustaría ver menos testosterona y más cabeza.