Es sobradamente conocido en nuestra ciudad el episodio censor del Cabo Piris a cuenta de La maja desnuda. Esta semana hemos tenido otro capítulo que ha sacado a relucir la verdadera cara de nuestra alcaldesa, la senadora, y ahora sargento, Elena Nevado. Porque el cantautor catalán ha tocado en Cáceres gracias a que había un componente económico en caso de cancelación del concierto. Haberse posicionado públicamente contra un artista hace que veamos cómo a la alcaldesa senadora Nevado le aterra la libertad de expresión y no tiene cintura política. Elena Nevado ha mostrado ignorancia, y no poca, porque Albert Pla lleva haciendo exactamente lo mismo hace décadas y muchas de sus letras son mucho más duras que sus últimas declaraciones polémicas. Sus dos antecesores en el cargo, Saponi y Heras, ejercían de alcaldes y no de censores cuando con ambos en la alcaldía actuó Albert Pla en Cáceres.

Que un político se ponga a regular la expresión de la cultura y del arte resulta absurdo y peligroso, y sin embargo hemos visto cómo la alcaldesa ya ha anunciado el veto en el futuro a Albert Pla. Y lo ha hecho pese a que el director del Gran Teatro, justo el día anterior, indicara que no pasaba nada ya que "la derecha de la ciudad de Cáceres es más civilizada de lo que parece". Resulta demoledor que en medio de las denuncias públicas en torno a la gestión del Gran Teatro, Elena Nevado haya enmendado la plana de esa forma a quien se supone que tiene la responsabilidad de programar.

Elena Nevado se suma a otros tantos que han optado por la censura a la cultura, algo que destilan con frecuencia, más de lo que parece, notorios dirigentes populares extremeños. Formé parte del equipo que sufrió con inopinada virulencia electoralista una campaña de acoso y derribo que afectó también a alguna compañía de teatro extremeña. El principal responsable de aquellas semanas de cuchillos largos preside hoy nuestra región. Nevado es desde ahora discípula aventajada.