Los incendios ya han calcinado en Australia más de 10 millones de hectáreas. La cifra de animales fallecidos alcanza el millón, 28 personas han perdido la vida. La superficie quemada es similar al territorio que ocupa Extremadura. El gobierno de Nueva Gales del Sur ha comenzado ya a lanzar comida por miles de kilos, sobre todo tubérculos, desde helicópteros para alimentar a los animales hambrientos en mitad de su hábitat destrozado.

El país está atravesando desde septiembre una de sus peores temporadas de incendios forestales, avivados por temperaturas récord y meses en los que se han padecido sequías muy severas. La dramática situación la está viviendo en primera persona Nuria Rubio Guillén, que aunque es cacereña de toda la vida, lleva siete años y medio en Australia.

Es ciudadana australiana, reside en Sidney, en los suburbios del este, muy orientados al mar y al surfeo. Junto a una socia lleva una empresa de importación de productos españoles, en la que no falta el jamón extremeño y ahora el queso Doña Francisca, de Casar de Cáceres. Vía telefónica cuenta esta historia, por momentos estremecedora. «Hoy ha llovido y está entrando bastante humo en la ciudad, parece ser que de los fuegos que ya están apagados», dice mientras relata que «un 25% por ciento de la población de la ciudad lleva mascarillas, y otro 25 no sale de casa».

La calidad del aire cada vez es peor. «Hay que luchar contra el humo y el polvo». Este humo, según indican los expertos, provoca irritaciones en el sistema respiratorio y contiene partículas finas que pueden viajar hasta los pulmones, causando graves daños.

«Hay días que sales a la calle y la sensación es como si te hubieras fumado cuatro paquetes de tabaco. Vivimos como en una neblina. La gente se pone pañuelos, los niños han dejado algún día de acudir al colegio. Te aconsejan que no hagas ejercicio porque respiras con dificultad. Es muy molesto y puede llegar a ser sofocante para quien padece de asma».

Se aconseja por tanto que los habitantes de estas ciudades permanezcan dentro de sus casas con las ventanas cerradas.

«Estamos acostumbrados a pensar que Australia es verde, y es verdad que en parte lo es. Pero también muy árido, y ha vivido con el fuego y vivirá con el fuego para siempre. Es parte de la cultura del país, incluso los aborígenes llevan quemando rastrojos miles de años». De hecho, la costa del este está experimentando una de las peores sequías de la historia, lo que significa que gran parte del país que ahora está ardiendo es extremadamente seco y se quema con mucha facilidad.

Cambio climático

Durante esta charla con Nuria Rubio, que estudió restauración del mueble antiguo y es amante del submarinismo, no tarda en referirse al cambio climático y a la responsabilidad de las autoridades con la gestión del primer ministro Scott Morrison. «Esto ha llegado a este punto porque el gobierno no le ha dado la importancia debida. Ahora hay una sequía terrible y no esperaban que esto se desbordara».

En grandes urbes como Melbourne o la capital Canberra cientos de personas han salido a la calle en rechazo a las políticas de la administración. «Tendría que haber dimitido no te quiero ni contar cuando, se fue de vacaciones a Hawái durante la peor oleada».

Añade que el político «está con los ojos cerrados». «Hay que hacer el esfuerzo de arreglarlo, no quieren invertir en energías renovables, quieren seguir vendiendo carbón». Destaca el esfuerzo de bomberos, de los voluntarios. Y alerta de que la situación es preocupante. Las largas distancias tampoco ayudan. «Aquí para hacer 31 kilómetros tardas una hora. Es un país que se extiende muchísimo, así que se está quemando bastante y está todo muy repartido».

Nuria recuerda que los incendios impactarán sobre el clima del resto del planeta. De hecho, los entendidos aseguran que se trata de un nuevo tipo de fuego, con un comportamiento extremo y muy complejo.