Antonio Gutiérrez era ayer un hombre afortunado. No podía sospechar lo que le depararía el destino un 6 de octubre del 2004, cuando se convirtió en el primer cacereño en inaugurar la ronda norte. Veterano conductor de Autocares Gil, su autobús, que trasladaba ayer a todos los periodistas, estrenó el asfalto, trazó las primeras curvas, se deslizó por las ocho rotondas y recibió los saludos de los ciudadanos desde los puentes. Todo un acontecimiento. "Me gusta, me gusta bastante, está bien acabada", declaró.

La inauguración se convirtió ayer en un gran acto social con 250 invitados bajo una especie de haima blanca, donde se sucedían las bandejas de salmón y de chistorra con pimientos. Acudió el presidente Ibarra; el alcalde Saponi; la consejera de Fomento; directores generales de la Junta; el presidente de la diputación con numerosos diputados; los concejales en pleno; los constructores de la ronda (Cyopsa, Núñez, Probisa y Santano); directores de organismos oficiales; asociaciones; militares; presidentes vecinales (Mejostilla, Llopis, Aguas Vivas, Cabezarrubia, Ruta de la Plata, Madrila, Antonio Canales...) y muchos curiosos entusiasmados con la mayor novedad cacereña de las últimas décadas.

¿Y el trazado?

El acto se celebró en la Universidad Laboral, donde hace 20 meses se puso la primera piedra. Operarios del centro se arremolinaron en la zona aprovechando la hora del bocadillo, y los estudiantes encontraron la excusa idónea para saltarse alguna clase, aunque no conocían bien la noticia. "¿Que dónde acaba la ronda norte? Pues en Mejostilla... ¿no?". "No tío, yo creo que llega al Casar", contestaban dos amigos mientras comían pipas junto a la carpa. Por si acaso, la Junta organizó un viaje inaugural por todo el trazado con dos autobuses: periodistas y autoridades.

Al llegar al R-66 se descubrió un monolito, aunque el acto tuvo su toque amargo: Concepción, esposa del hombre que falleció de un infarto en la zona de obras el año pasado, cuyo cuerpo se encontró dos días después, transmitió sus quejas a las autoridades por la falta de vallas.

En el R-66 los vecinos parecían satisfechos. José Luis, de 64 años, había hecho footing por el primer tramo durante la mañana, y Antonio, un jubilado, había andado toda la ronda "enterita". "Lo que va a tener éxito es el carril bici, pero ya está lleno de cagadas de perro", lamentó. Y mientras esta urbanización se alegraba de tener "a un paso" el campus y El Corte Inglés, los vecinos de La Mejostilla, los más beneficiados, ya calculaban las nuevas distancias hartos de tanto rodeo: "Cinco minutos a Eroski y Carrefour, diez a las Capellanías...".

A la una, la ronda se abrió a todos los usuarios. Cristian la estrenó para dirigirse a Trujillo desde la N-630. "Fabulosa", resumió. Bernardo, un joven aparejador, hizo el itinerario completo en motocicleta y le dio el visto bueno: "Muy bien rematada".

Ya en la carpa, los políticos ofrecieron sus discursos y los constructores un sabroso aperitivo con Payva, canapés y delicias del chef. Fue la oportunidad de comentar impresiones y codearse a lo grande. Y como de una boda sale otra, de una obra también. "¿Para cuándo la ronda este?", fue la pregunta que corrió de boca en boca durante toda la mañana.