«El de Cáceres es el mejor proyecto. Cacereños, no lo dejéis caer», decían empresarios de Hong Kong a la delegación extremeña desplazada la semana pasada a Nepal con la intención de levantar en la capital cacereña el centro budista más grande del planeta, que prevé una inversión privada de capital asiático cifrada en 25 millones de euros.

Fuentes de la delegación destacan «el cariño y la fenomenal acogida que han tenido» durante la visita. «Está hecho, los inversores van a ‘full’, pero ahora depende del apoyo de los políticos de Cáceres que esto salga adelante. Estamos francamente contentos», sostienen. Añaden que la delegación extremeña, presidida por el alcalde, Luis Salaya, y formada por miembros de la Junta y empresarios locales, está «convencida de la importancia que el proyecto tiene para la ciudad».

Ensalzan que «es un orgullo acudir a este tipo de viajes con personas que dominan el inglés, como Salaya, el concejal de Turismo, Jorge Villar, la consejera de Cultura, Nuria Flores, y la directora de Acción Exterior, Rosa Balas. Es gente joven, que tiene otra forma de ver las cosas. Cáceres ha dado una imagen de seguridad y modernidad». Reiteran que el apoyo empresarial de Asia «es total» y que las perspectivas son positivas.

Las mismas fuentes desvelan que durante el viaje los arquitectos hicieron una presentación de cómo sería el centro. «Solo verlo se te ponen los pelos de punta porque es algo espectacular». El objetivo es convertirlo en destino mundial por excelencia de peregrinaje de la cultura budista y asiática.

Ese inmueble constaría de una estructura de templo budista, que albergaría parte de las reliquias de Buda cedidas por el Ayuntamiento de Lumbini, una estupa de paz central, una estatua de Buda de 40 metros (la más alta del planeta), jardines, un monasterio con 20 habitaciones para monjes budistas, comedor y tienda de artesanía, librería y biblioteca, sala de yoga, punto de información e instalaciones propias representativas de distintos países asiáticos a modo de pequeñas embajadas.

Agradecen los gestos recibidos durante el viaje. Cada administración corrió con sus gastos, pero solo de desplazamiento y alojamiento: es decir, el ayuntamiento pagó su parte, la Junta la suya y los empresarios lo que les correspondía. Sin embargo, todos los desplazamientos dentro del país, comidas o vuelos en helicóptero fueron costeados por las autoridades nepalíes y la Fundación Lumbini Garden, promotora de esta iniciativa.