Una encuesta demuestra que los cacereños están satisfechos con su ciudad. ¿Y para eso es necesario hacer una encuesta?. ¿Y para eso se necesitan a tantos profesores de universidad?. Pero si basta con contemplar la cara de quienes presencian la cabalgata de los Reyes Magos, o la del dragón de San Jorge, o las procesiones de la Semana Santa, o la de los que pasean por Cánovas para constatarlo.

Porque aquí lo peor que te puede suceder es que te quedes en la segunda fila, aunque en ese caso no necesitas llevarte la escalera doméstica para ver las carrozas, como pasa en Madrid. Puedes transitar por el paseo de Cánovas sin temor a tironeros, pues lo mas que te puede pasar es que te den el timo de la estampita. Y hay que ver lo limpio que está el cielo siempre, sin nada de contaminación.

Si es que se nota la satisfacción en el andar seguro, sin mas temor que el de mojarte los pies con el agua que esconden las baldosas, en el pasear desde la plaza Mayor hasta el paseo de Cánovas, un trayecto que está lleno de atractivos que justifica cualquier tarde, en contemplar la inigualable oferta cultural, que hay tantos actos culturales que no se llena ninguno como no sea con políticos.

¿Y qué decir de la ciudad antigua?. Qué silencio, qué paz. Condiciones para serenar el ánimo, siempre agitado por los afanes diarios. Claro que deben ser muy pocos los que necesitan serenar su ánimo, pues te das una vuelta por la ciudad monumental y solo te encuentras con los turistas, con algún residente y con un par de verdaderos enamorados del lugar.

¿Qué habrían contestado si les hubieran preguntado si cambiarían la tranquilidad por el sonido de las sirenas de las fábricas, si vieran interrumpido su paseo por una huelga de conciudadanos trabajadores de una industria o si cambiarían el aire puro por el humo de unas fábricas?. "Las de la calle Caleros ...".