El hermanamiento de Cáceres y Portalegre es, además de la plasmación material de una colaboración de años, un paso de gigante hacia el futuro. Es una apuesta de desarrollo con una estrategia que ve en el territorio fronterizo un elemento único a desarrollar, y que se apoya en dos ejes: el patrimonio y la tecnología.

Tal vez esa frontera, una de las que menos cambios ha sufrido en la historia de Europa, ha sido tan permeable en la Raya, que sea allí donde menos se hayan notado sus efectos. Pero esa frontera sí ha pesado y mucho en el interior ? de la misma. Sí se convirtió en un muro para aquellas ciudades que no éramos Raya en sentido estricto, lo que nos hizo mirar a la hora de desarrollar nuestras ciudades hacia el norte, el sur o el este, pero nunca hacia el oeste.

Nuestra visión cambió, y Cáceres decidió ser una ciudad de frontera. Y se fundió con otras ciudades del otro lado de la Raya, y poco a poco se ha ido convirtiendo en uno de los muchos pueblos rayanos que jalonan la frontera. Los premios Iniciativa Empresarial Transfronteriza son un ejemplo. Es muy difícil encontrar dentro de la Unión Europea a una ciudad que establezca unos premios a empresas, cuyo ámbito es supranacional. Y la creación de una Agrupación Económica de Interés Económico con Castelo Branco, una de las primeras creadas en la frontera luso-hispana, es otro.

Y hablo de proyectos conjuntos, no de intercambios, hablo de entender un territorio como si fuera único, como así ha sido en los pueblos de la Raya. Hablo de un futuro cuyo potencial de desarrollo está en nuestra frontera.

Portalegre y Cáceres han optado por el patrimonio y la tecnología como ejes de desarrollo. Para el futuro se va a dar un paso más con una entidad para la cooperación que podría denominarse Lusitania. Un ambicioso proyecto que será un nuevo paso más en esta estrategia conjunta de desarrollo.