Un gran estruendo ha provocado el eslogan que el ayuntamiento ha elegido para promocionar la ciudad en la Feria Internacional de Turismo. Estruendo y chirigota cuando aparecieron los carteles con un ‘Cáceres, come, reza, ama’, por aquello de que mezclar el rezo con lo de la gula y el fornicar parecen principios contrapuestos. Aunque pensándolo bien, ¿qué religión no tiene sus secretos de alcoba o sus grandes banquetes? La verdad es que la nuestra es una capital de contrastes, que lo mismo nos ponemos un capirote para la Semana Santa, que unas rastas para el Womad, que aparece un video de una pareja probando el néctar de la pasión en el parque de Los Fratres y se hace viral.

A qué viene entonces tanto alboroto si ya lo dijo Fernando de Rojas en La Celestina: ‘Goza tu mocedad, el buen día, la buena noche, el buen comer y beber’. ¿Para qué hemos venido si no al mundo más que para disfrutar de los placeres de la vida? ¿Y si los hay que quieren rezar, por qué ser sectarios con ellos? Que no, que nada hay como la libertad de pensamiento. Aunque a algunos nos sonroje leer ‘Prayer book for spouses’, un libro publicado por la Catholic Truth Society, una asociación dependiente de la conferencia Episcopal de Inglaterra y Gales, que invita a las parejas (casadas por supuesto) a recitar una oración especialmente escrita antes de hacer el amor. La oración pretende purificar las intenciones de la pareja de tal modo que el acto sexual sea una entrega hacia el otro y nunca un acto de egoísmo o hedonismo.

Pero volviendo al eslogan. A mí la verdad es que el lema que se ha inventado Pepe Regidor me parece un acierto si nos ceñimos estrictamente al objetivo que persigue un buen eslogan: impactar y provocar. Y esa era la intención de la musa del peperío, Elena Nevado. Y vaya si lo ha conseguido. Dice la alcaldesa que el eslogan incluye la palabra rezar porque el turismo religioso es un potencial económico de Cáceres, y que a los japoneses se les cae la baba cuando ven nuestras Vírgenes y nuestros santos. Ciertamente un batiburrillo, un mezclar churras con merinas. Mira que a mí me gusta la patrona, y oír a la tuna en las Cuatro Esquinas cantádole ‘Cacereña salerosa’, y me causan gran ternura las Clarisas, especialmente Sor Teresa, que es una crack. Pero bueno, dejando aparte los rezos, confieso (nunca mejor dicho) que decidí probar las otras dos delicias cacereñas de comer y amar de las que habla esta campaña publicitaria.

Lo primero, lo de comer, lo hice por partida doble; primero me fui a visitar El Montaito, frente a la residencia, que llevan Julio y David Martínez Santano y Juan Antonio Rebollo Mostazo, y que triunfa con su Double Special American Montaito, una hamburguesa de 500 gramos, con pan caliente, bacon, ternera, queso, y un largo etcétera de ingredientes donde no faltan las patatas fritas. Tras la comida llegó la cena y me pasé por L’avenir, que en francés significa el devenir, el futuro, y que es la tapería que han abierto Julián Gómez y María José Sanguino en Camino Llano. Son los propietarios de la Galería Kernel de la plaza Marrón y ahora han hecho del antiguo Mesón El Labrador el templo de la cocina fusión, con croquetas, presa ibérica, comida asiática, árabe... Un placer, vamos.

Nos quedaba cumplir con el mandato del amor. De manera que elegí el María Bonita Plaza, un referente de la movida que acaba de celebrar su fiesta de primer aniversario. No faltó el jamón ibérico cortado a mano gracias al buen hacer de Juan Antonio Barbero Peral ni una mesa de sushi a cargo del cocinero José Manuel Galán. Fue un gustazo. Es un lugar donde es fácil notarte querido porque allí te hacen sentir como en casa. Pensé lo bien que se come y se ama en Cáceres. En cuanto al rezo, me quedo con lo que entre risas me dijo el otro día Antonio Ibarra, concejal de Ciudadanos: «El chiste nos lo han puesto a huevo».