Como un auténtico éxito. Así se puede calificar la jornada que compartieron ayer miles de cacereños en el barrio de San Blas con motivo de su tradicional romería, una de las fiestas más antiguas de la ciudad. Tanto es así, que se agotaron las 6.000 roscas y los 300 kilos de prueba de cerdo que se prepararon. Además, se vendieron más de 4.000 cordones del santo.

Desde mucho antes de mediodía, los cacereños se agolpaban ya frente a la ermita, a la que flanqueaban los puestos de dulces típicos, la clásica tómbola con más de 300 regalos y el rastrillo, en el que se podían comprar objetos baratísimos: desde solo 10 céntimos.

Pero fue a eso de las 12.00 horas cuando el volumen de visitantes se disparó. "En muchos años nunca había visto tanta gente. El día que ha hecho ha multiplicado la asistencia", subrayó ayer el párroco de la ermita, Antonio Pariente. Casi un centenar de personas llegaron a formar fila para degustar la prueba de cerdo mientras los pequeños disfrutaban de los castillos hinchables y atracciones. Asimismo, tanto los niños como los más mayores que fueron vestidos con trajes regionales participaron en un desfile en el que se premió a los mejores.

Para Ismael Palma, natural de Guareña pero residente en Cáceres desde hace más de 10 años, ayer fue la segunda vez que se acercó a la romería. "Vine una vez hace años y ahora repito porque tengo dos niñas chicas. Me gusta que vean y palpen las tradiciones de la ciudad. Hemos comprado unas roscas y un par de cordones del santo. Parece que les esta gustando", apuntó.

Por su parte, Esperanza Benítez, que acudió con su madre y sus dos hijas, de cuatro y dos años, no se la pierde ningún año. "Disfruto más que los críos", aseguró. Igual le pasa a Maite López, otra fiel asistente. "Este año me he acercado con las sobrinas vestidas con el traje típico. Hay que aprovechar ahora que les apetece porque cuando crezcan seguramente cambiarán de opinión".

Autoridades políticas y mandos militares tampoco se quisieron perder la cita y, por la tarde, las actuaciones musicales de Redoble y Mansaborá Folk pusieron el broche final a una jornada de convivencia que brilló gracias a los cacereños, que un año más cumplieron con su tradición.