María Aragoneses lleva 33 años en la Rúa Do Comércio de Portalegre, municipio de La Raya con más de 25.000 habitantes. Hasta llegar aquí nuestro coche nos ha traído durante hora y media por la carretera que une Cáceres con Aliseda, recorre Salorino y Valencia de Alcántara, el pueblo donde nació la cantante Soraya Arnelas. De allí, la vía se estrecha entre una frondosa vegetación que recuerda a Galicia.

La localidad destaca por su gente cercana. La primera visita obligada es la catedral, un edificio del siglo XVII construido por el rey Juan III. Dentro, una empleada cuenta que en los últimos años ha aumentado el turismo, especialmente de ingleses, chinos y franceses. Muy cerca está el bar de María Aragoneses, casada con un portugués de ascendencia española. El establecimiento, llamado ACJota, enfrente de la papelería Tavares, sirve café, dulces, zumo Compal, aceite El Gallo y cerveza Sagres.

María, mientras nos pone un sabroso bocata de jamón, explica que los vecinos de Portalegre se ganan la vida trabajando en fábricas de neumáticos y plásticos y en el comercio. Señala también que hay más turistas. Ella y los clientes sí sitúan a Cáceres en el mapa. Portalegre es junto a Castelo Branco, Plasencia y la capital cacereña una de las ciudades que en 1997 formalizó el Triángulo Urbano Ibérico Rayano, conocido como Triurbir, una Agrupación Europea de Interés Económico. En los objetivos que se marca incluye potenciar las visitas entre sus ciudades y regiones. Ahora, esta unión quiere revitalizarse. Lo explica el concejal cacereño Jorge Villar. Para ello utilizará el Proyecto Destino Frontera, que pone en valor las relaciones turísticas con La Raya.

«Ya está en marcha la difusión de 10.000 ejemplares de un cómic en español y portugués realizado por Fermín Solís que se distribuirá en las cuatro ciudades, aunque lo fundamental es la comercialización por parte de profesionales de una ruta y paquetes específicos que engloban a las cuatro ciudades como un destino unitario», recalca Villar. El edil informa de que, además, realizarán cursos de acuerdo a las necesidades de formación del sector.

Sacar rédito a Portugal es la meta. Las estadísticas indican que en 2014 el turismo suponía el 6% del PIB del país, hoy es el 8,2%. Si en 2014 llegaron 17 millones de visitantes, el año pasado fueron casi 25 millones. A la salida del bar, José Amadore pasea por la Rúa. Trabajó en una fábrica textil en Lisboa, pero ya está jubilado después de haber sufrido un accidente. Considera que Portalegre es un buen destino, sobre todo para los cacereños, aprovechando la línea desde Valencia de Alcántara a Marvao.

Y es que el Partido Socialista del primer ministro, António Costa, ha pilotado una recuperación sorprendente tras el rescate de la troika. Es lo que se conoce como la «vía portuguesa» o el «milagro portugués»: el fin de la austeridad sin poner en peligro los compromisos con Bruselas.

Fernando Manuel Martín regenta una tienda de embutidos, dulces, vinos y quesos. Apunta que los pasajeros suelen acudir en viajes organizados procedentes de Portugal, Francia y España. Vienen muchos extremeños y desde el norte de España. Valora el impulso que Triurbir quiere dar a La Raya pues gracias a ello se puede hacer negocio de la gastronomía.

En las calles limpias de Portalegre hay puestos de fruta, suena música y se ven muchos apartamentos turísticos, un museo de tapices, tiendas de lanas, tatuadores, peluquerías, sombrererías, las típicas churrasqueiras con carnes a la brasa y franquicias como Benetton o Parfois.

El turismo de interior en Portugal se ha convertido en un referente mundial y ha logrado conquistar a miles de personas. En Portalegre, la familia Russo tiene una tienda de artesanía del corcho. Opinan que Triurbir servirá para dar mayor divulgación a ambos territorios. Se despiden con un ‘hasta pronto’ y nos animan a visitar el castillo, el monasterio de Sao Bernardo y el famoso mercado franco que se celebra el tercer domingo de cada mes en la carretera de Campo Maior y que concita en sus puestos a cientos de compradores.

En el interior

Toca emprender rumbo a Castelo Branco. Desde Portalegre tardamos en coche poco más de una hora. Estamos en la capital administrativa de esta zona de La Raya. Al lado de la Cámara Municipal, lo que en España conocemos como ayuntamiento, está el Restaurante Kalifa, con una tradición de 34 años de servicio y 17 empleados. Comemos un asequible plato combinado de filetes de cerdo, patatas fritas y guarnición de arroz. No falta la cerveza Super Bock y un helado. El camarero habla de Cataluña y dice que conoce Navas del Madroño.

A la hora del café, en la barra están Matilde Silva y un periodista. Narran que Castelo Branco vive de las fábricas, la agricultura, el vino, la aceituna, el corcho y la ganadería. La ciudad, que dispone de una Escuela de Arte, registra más de 56.000 habitantes, hoteles que acogen a huéspedes de Extremadura y Castilla y León, Francia y Brasil.

«Las relaciones que hay entre Portugal y España en estas regiones son fundamentales porque son semejantes en sus problemas y su desarrollo», sostiene Silva.

El reportero menciona que en Castelo Branco hay dos periódicos regionales y una televisión pública, además de corresponsalías de diversos medios de comunicación del país. Expresa la necesidad de impulsar la autovía por Zarza la Mayor, y ensalza la existencia del barco ‘Tajo Internacional’.

«Portugal ha sido siempre un país atractivo para el turismo, como España, lo que pasa es que antes no tenía la visibilidad que tiene hoy», asevera. «Ahora vienen porque es un lugar «muy agradable, con excelente comida, buenas playas, gente amable y un turismo de interior muy interesante. Tenemos la Sierra de la Estrella, que es muy bonita, tanto en invierno como en verano».

De hecho, sus palabras coinciden con los resultados del proyecto de investigación Turfront, realizado por universidades de Extremadura, Andalucía, Castilla y León y Galicia que desvela que La Raya hispano-portuguesa es el destino «más cualificado» del oeste peninsular.

Viajeros de Europa optan por el interior de Portugal. Gonzalo Díaz lleva un negocio de prensa, tabaco y lotería en el centro de Castelo Branco, pegado a la Alameda de la Libertad. El empresario calcula que desde el 2007 al 2019 se han perdido habitantes porque la despoblación, como ocurre en España, se deja notar y muchas personas al terminar sus estudios deciden emigrar al centro. No obstante, aprecia el empuje del turismo, especialmente el gastronómico y el de naturaleza. «Vemos a extremeños, con excursiones que suelen acudir todas las semanas. En verano hay muchos ingleses y alemanes porque les gusta la arquitectura y un gran festival de música alternativa, el Boom, que se celebra en Idanha-a-Nova».

Castelo Branco dispone de universidad, un campus con diversas disciplinas. Allí, un nutrido grupo de alumnos nos recibe. Confiesan que les encanta Extremadura y apoyan un hermanamiento con Cáceres para que ambos territorios refuercen el estudio de las lenguas portuguesa y española en las zonas de La Raya.

Antes de partir, los estudiantes nos recomiendan subir al castillo, fortaleza construida en la Edad Media desde la que se divisa una amplia panorámica de la ciudad lusa y en la que se respira paz y tranquilidad.

Finaliza el viaje, dos horas de vuelta por carretera hasta Cáceres y la sensación de que el ayuntamiento puede sacarle tajada a este destino de interior.