Los optimistas gritan: «Cáceres se muere». Los pesimistas se lamentan: «Cáceres está muerta» Yo, que no pertenezco a ninguno de esos colectivos, solamente me atrevo a preguntarme: «¿No la estaremos matando nosotros?» El diagnóstico de las causas que nos han conducido a esta situación está hecho hace siglos: Conformismo, escasa reivindicación, poco espíritu empresarial, resignación... Sin embargo hasta el día de hoy nadie ha propuesto una terapia que acabe con esos males. Parece descabellado acusar a los genes de nuestra idiosincrasia, más aún cuando de todos es conocido que muchos cacereños triunfan en distintos campos aquí y fuera de aquí, así como que también entre nosotros hay emprendedores, inconformistas, críticos y hasta revolucionarios.

Tampoco sería acertado asegurar que alguien ha hecho una selección entre los humanos y ha reunido en esta ciudad a quienes tienen esas características. Bochornoso resultaría pensar en un contubernio mundial interesado en mantenernos en la marginación. Así pues no queda más remedio que acudir a causas sociales. Es nuestra sociedad, somos nosotros los que cultivamos esas tendencias desde tiempos inmemoriales y nos corresponde a nosotros erradicarlas. Sabido es que las causas sociales solamente se combaten con la educación. Los educadores tienen en su mano despertar el espíritu crítico constructivo frente al conformismo y la complacencia, la exigencia frente a la resignación, el emprendimiento frente a la rutina, el trabajo frente a la comodidad, la ciencia antes que la farfolla. Eso sí, deben tener presente que habrán de educar contra algunas familias y contra gran parte de la sociedad y que han de superar muchas afrentas. Para salir de esta situación es necesario conocimiento y esfuerzo. No podemos conformarnos con formar medianías pues está muy claro que así no progresamos. Necesitamos a los mejores y los mejores son los más sabios y los más trabajadores. Si en cualquier sitio es preciso estudiar dos horas al día aquí habrá que dedicarle cuatro. Quizás la ciudad esté viva y los ciudadanos muertoss.