San Jorge y la Virgen de la Montaña son los patronos de Cáceres, pero no los únicos, al menos extraoficialmente... A lo largo de los siglos, las gentes de la villa han ido confiando su suerte a unos u otros santos que, por circunstancias históricas y hasta relatos exagerados, han recibido mucha devoción y se han considerado protectores del concejo. Aunque no fueran nombrados patronos, el sentimiento popular así los concibió y así lo recogen los historiadores. Entre ellos destacan Santo Toribio de Liébana, Santa Catalina, San Gregorio, Santiago el Mayor, San Sebastián y San Fabián, la Virgen del Vaquero, la del Rosario o la Piedad.

"Son tantos que Cáceres podría celebrar una novena tras otra a lo largo del año-", ironiza el historiador Antonio Rodríguez González, que a raíz de sus estudios ha ido encontrando en libros y archivos los principales santos protectores. No es extraño. La tradición religiosa de Cáceres viene de muy lejos, tanto que solo Sevilla tiene dos cofradías anteriores a las cuatro que ya existían en esta ciudad en el siglo XV. Además, aquí se conservan las tallas procesionales más antiguas del país: cuatro crucificados góticos del siglo XIV.

El listado se inicia con un caso curioso, el de San Jonás. Era natural de Atenas y tras ordenarse sacerdote emprendió su labor predicadora. Según la tradición, "o más bien la imaginación de algunos cronistas del siglo XVII, como Juan Solano de Figueroa, vino a tierras cacereñas y fue el primer evangelizador", recoge Antonio Rodríguez. Volvió décadas después y aquí sería degollado en el 86 d. C., durante las persecuciones de Domiciano. Por ello se le representa vestido de sacerdote y sosteniendo su cabeza, y así aparece en un cuadro en la ermita de la Virgen del Vaquero (calle Caleros).

¿Pero realmente sufrió martirio en Cáceres? No. La biografía de San Jonás es recogida de forma muy distinta por los historiadores. De hecho nunca pisó la Península Ibérica y murió en las proximidades de París, donde estaba el 'Pago Castrense' que pudo confundirse con Cáceres (Castris, Castra Caecilia...). El relato de Solano de Figueroa, y después del padre Florez, "no tienen siquiera visos de leyenda, se trata de una invención de los llamados 'cronicones' del siglo XVII, que fomentaban falsas devociones", sostiene Antonio Rodríguez.

Otro de los protectores de la historia cacereña fue Santo Toribio de Liébana, nacido en el siglo V en Astorga. Viajó a Tierra Santa, se hizo con un fragmento de la Vera Cruz y fue nombrado obispo por el papa León I en el año 444. No se conoce su relación con Cáceres, pero sí existió una cofradía que tenía "una casa en la calle que dicen de los Moros", según recogen las crónicas.

Romería de Santo Toribio

También perduran los restos de una ermita en el Pago de Santo Toribio, en la antigua carretera de Salamanca, pasando Montebola, hoy finca de los descendientes de la Duquesa de Valencia. Cuenta Publio Hurtado que en los siglos XIII-XIV comenzó a celebrarse la festividad cada 16 de abril, romería incluida, y que se prolongó por lo menos hasta 1632 con una devoción de origen medieval.

Los cacereños también rindieron especial culto a Santa Catalina, mártir cristiana del siglo IV cuya religiosidad le llevó a morir a manos de Majencio. Este emperador mandó usar una máquina de ruedas guarnecidas con cuchillas afiladas que se rompieron al tocar el cuerpo de Catalina. Finalmente murió decapitada. Existió una cofradía en Cáceres con ordenanzas conocidas desde el año 1449. También existió una ermita junto al convento cacereño de Santa María de Jesús (hoy Diputación Provincial). Cuenta Publio Hurtado que hubo intentos de anexionarla al convento, lo que provocó la intervención del Papa en el pleito, pero allí se mantuvo hasta el siglo XIX, cuando fue integrada o derribada. La imagen de Santa Catalina pasó entonces a Santa María.

Otro de los santos con especial devoción en esta ciudad fue San Gregorio, aunque no se sabe si San Gregorio Nacianceno (siglo IV), padre y doctor de la Iglesia, o San Gregorio Magno (VI), Papa y doctor. Al menos la imagen que está en Santa María es la del segundo. Hubo una cofradía de San Gregorio de la que existe una mención en el catálogo de Tomás Pulido sobre todas las hermandades de la historia cacereña, basándose en los protocolos notariales. Se trata de una publicación de gran ayuda.

Cuestión de arraigo

Y por supuesto, los Santos Mártires, San Sebastián y San Fabián, cuya ermita original se mandó derribar para levantar la actual plaza de toros. Fue reconstruida más arriba, en el Paseo Alto, y con los años se han recuperado la fiesta y la devoción por ambos mártires, que llegó a ser muy honda en numerosos municipios. "Dichas ermitas están vinculadas con la repoblación en la Edad Media, marcaban un lugar de identificación con el pueblo ty favorecían el arraigo", explica Antonio Rodríguez.

No podía faltar Santiago el Mayor, patrón de España, muy venerado desde la Reconquista. Cáceres tiene su representación en el retablo del templo de Santiago, una obra de Berruguete que pasó vicisitudes en sus inicios, desde la lluvia hasta un mal ensamblaje. "En momentos de dificultades y guerra, las ciudades recurrían al patronazgo de Santiago por su condición militar", recuerda el historiador.

Cáceres también elevó a los altares a la Virgen del Vaquero, misma representación de la Virgen de Guadalupe. La imagen morenita fue descubierta por el pastor cacereño Gil Cordero enterrada en Las Villuercas. Pues bien, a principios del siglo XVII la antigua casa de Gil Cordero, en la calle Caleros, se había convertido en un prostíbulo. En 1665 el ayuntamiento compró el inmueble y se habilitó la ermita del Vaquero con una donación de Juan de Sande Carvajal, presidente del Consejo de Hacienda.

La Virgen del Rosario se incluye en la relación de protectores cacereños. Se sabe que existía una cofradía en 1525 en Santa María. En 1578, los frailes de Santo Domingo la trasladaron a su iglesia. Fue una cofradía importante, sobre todo a partir de mediados del XVII. Asimismo, en el siglo XVI hay constancia de otra cofradía del Rosario en la iglesia del Salvador, ahora ermita de la Paz, que se asimila con la primera.

También la Virgen de la Piedad gozó del fervor de los cacereños, aunque no hay referencias a ninguna cofradía. Sí existió el hospital de la Piedad.

Además de éstos, hubo otros muchos santos y santas que durante distintas etapas de la historia han recibido una gran veneración, aunque no el 'rango' de patronos: San Blas, San Benito, Santa Lucía o Santa Eulalia.

A día de hoy, como patronos oficiales figuran San Jorge y la Virgen de la Montaña, pero con una acogida muy distinta. San Jorge lo es desde la Reconquista de Cáceres en 1229. Durante la Edad Media, ciudades y naciones enteras encomendaban su protección a este defensor de la Caballería. Pero tras ocho años de patronazgo, la ciudad no tiene ni cofradía ni ermita.

La Virgen de la Montaña representa justo lo contrario. Se trata de una devoción mariana tardía, a partir del siglo XVII, sin apariciones ni milagros, pero el fuerte apoyo de la nobleza y el pueblo hicieron que ya en el siglo XVIII fuera considerada patrona de pleno derecho.