Alimentación, educación, sanidad y trabajo digno. Estos son los puntos cardinales que vertebran la acción solidaria de Extremayuda. Sus beneficiarios están a miles de kilómetros de Cáceres, en la ciudad de Trujillo, considerada capital de la cultura peruana y a su vez carne de miseria y pobreza.

El origen de esta oenegé de desarrollo se remonta al 2009, cuando nace con el objetivo de llevar a cabo proyectos en dos zonas urbano-marginales de la ciudad: Alto Trujillo y Virú. En un primer momento, estas actuaciones partieron de la existencia de unas contrapartes locales que conocían la zona y les plantearon necesidades, como monseñor Javier Traviso, un claretiano de la localidad de Don Benito afincado allí.

Según explica el presidente de Extremayuda, Damián Gallego García, desde esta oenegé se las tienen que ingeniar "para que los proyectos pequeñitos que hacemos tengan mucha repercusión social". Y la verdad, parece mentira que los califique como pequeños, pues la calidad y los resultados obtenidos hasta la fecha son encomiables. Gracias a su proyecto de becas-salario, 30 jóvenes han podido continuar estudiando una vez finalizada la enseñanza secundaria. Se priman los estudios medios, y el índice de aprovechamiento está por encima del 70%. "El otro día vimos que una de las chicas estaba trabajando en la caja de un supermercado. Eso para una familia pobre que nunca pensaba que sus hijos iban a salir del barrio y de la marginación es una alegría muy grande", apunta.

Otros proyectos

A finales de 2011 terminó la construcción de un centro social-integral en Alto Trujillo. En él, el centro de cuidados paliativos atiende a más de 70 personas al mes, una actividad vital pues Gallego sostiene que en esta zona la muerte es indigna. Además, dentro del mismo edificio la oenegé ha puesto en marcha un taller de panadería y repostería para formar a mujeres.

Un proyecto al que Gallego tiene especial cariño es el de ayudas a los Wawa Wasi, que en quéchua significa 'Casa de niños'. La finalidad es que una mujer con una instrucción mínima reciba en su casa, a cambio de un pequeño salario, a un grupo de niños menores de 11 años para darles de comer, hacer con ellos los deberes y cuidarlos hasta que sus padres vuelvan a casa. "Es una labor muy buena porque estos niños ya están encaminados hacia el bien y acaban prosperando en el futuro".

'Sonidos en la arena' es el nombre que recibe la orquesta promovida por Extremayuda, con el objetivo de insertar a niños marginales mediante la música. El grupo ensaya dos días a la semana con instrumentos de música clásica. "Les viene muy bien porque a estos niños nunca nadie les ha dicho que son buenos en nada. Son niños maltratados de familia muy desestructurada. La finalidad no es que sean músicos, sino que vayan al colegio, como lo hacen regularmente los 30 que están en la orquesta", explica.

Una parte de la solidaridad de Extremayuda se queda en Cáceres, con un proyecto que hace llegar a 20 familias alimentos básicos. "Se quiere duplicar la ayuda para el año que viene, porque está cayendo una muy gorda, y aunque nuestra misión fundamental está en Perú debemos potenciar la ayuda alimentaria aquí".

Económicamente, la oenegé se mantiene con las donaciones particulares y de los más de 300 colaboradores, consiguiendo una suma anual de más de 50.000 euros. "Hasta el último céntimo llega a los proyectos", asegura Gallego, quien advierte de la solidaridad "aún en tiempos difíciles", y "para que se sepa que hasta en plena crisis hay gente trabajando para los que más nos necesitan".