Cáceres no tendrá este año pista de hielo. Qué más nos da, si somos más papistas que el Papa y además tenemos en Lisboa un parque temático de la Navidad, que dicen que es una chapuza, pero da igual porque nosotros erre que erre. Y si no, pues siempre nos queda irnos al Faro de Badajoz y aquí paz y después gloria. El caso es que la ciudad se ha quedado sin una de sus grandes atracciones, porque los vecinos decían que los aparatos de refrigeración hacían mucho ruido y porque la empresa pedía al ayuntamiento que estuviera colocada entre los días 22 de noviembre y 7 de enero, y no pagar luz ni agua. Al empresario se le denegó el espacio de la plaza Mayor y se le dijo que solo autorizaría su instalación en el Foro de los Balbos, el Paseo Alto o el parque del Rodeo.

No ha habido acuerdo con el gobierno municipal tras una campaña vecinal en toda regla que ha acabado mandando a Antonio García al carajo. Así que el responsable de la carpa se ha ido huyendo de Cáceres y ha montado su negocio en Torrejón de Ardoz y Sevilla. García dice que está apenado por tener que dejar su ciudad. Y detalla de la siguiente manera el primer proyecto que, según él, presentó al consistorio: toda una Ciudad de la Navidad que nacía en la Cruz de los Caídos y terminaba en la plaza. El recorrido por Cánovas implicaba la colocación de un mercado navideño a lo bestia, con casetas especiales, pasacalles, marionetas... todo tipo de atracciones para deleite de pequeños y mayores.

Ya en la ciudadela, el cacereño se encontraría con lo que García denomina el ‘poblado navideño’, donde proyectaba una pista de hielo para adultos, otra infantil, una guardería de hielo y un tobogán en espiral. Además, incluía una casa de Papá Noel automatizada y del orden de ocho a nueve cabañas en las que se venderían algodones, churros, palomitas... Igualmente, la plaza Mayor sería el espacio para tres o cuatro atracciones tematizadas y un escenario para los niños.

Salas argumenta que el ayuntamiento rechazó ese proyecto, le pidió uno más pequeño y le dijo que no le daba la autorización en la plaza. «No nos ha dicho nada el señor después de ofrecerle las otras alternativas», contestaron desde el gobierno municipal a preguntas de este diario.

Yo no dudo de que los argumentos del ayuntamiento sean sólidos, pero lo que me parece reiterativo es la dificultad con la que los empresarios se topan cuando proponen realizar cualquier iniciativa. García sostiene que su idea hubiera dado empleo a unas 60 personas en Cáceres y añade que en Torrejón de Ardoz le han facilitado 4 kilómetros de espacio y que da empleo a 200 personas. En Sevilla ha abierto otra pista; allí trabajan 70.

A juicio de los puristas, convertir nuestra plaza en un parque temático para la plebe era inadmisible, de modo que andan frotándose las manos por su victoria y ahora podrán recorrer Cursilandia con la bolsa de pipas en la mano mientras cantan ‘Pero mira cómo beben los peces en el río’. Lo de la pista de hielo es como la mina de litio y como todo lo demás en Cáceres: decimos no a la pista de hielo, decimos no a la mina, pero no presentamos alternativas que alivien la maltrecha economía cacereña. Mal. Muy mal.

La bomba atómica

Hablábamos líneas más arriba de las quejas vecinales por los ruidos del chiringuito de Antonio García. Ha ocurrido lo mismo en el Residencial Ronda con la gasolinera Petro Gold, que ha colgado del surtidor un cartel con esta graciosa leyenda: «Debido a las quejas del vecino de siempre, hemos decidido retirar temporalmente el sacude alfombrillas, ya que por lo visto, el ruido que genera es superior al de la bomba atómica. Rogamos utilicen los aspiradores para dejar perfectas sus alfombrillas. Disculpen las molestias. Muchas gracias por su comprensión». Es, indudablemente, toda una oda al sentido del humor que nos lleva a pensar que Antonio Salas, el empresario de la pista de hielo, no anda desencaminado. Es decir, no es de extrañar que a muchos se les quiten las ganas de seguir invirtiendo en Cáceres. «Estar en mi ciudad me ha costado dinero, pero me obligan a irme», dice Salas.

Menos mal que siempre nos quedará Omicrón, la tienda de decoración y regalos que Antonio Crujena tiene en la calle Hernández Pacheco, paralela al Camino Llano, lugar donde no luce ni un adorno navideño porque el aguinaldo le llega a los vecinos en forma de baches, cacas de perros y averías por la rotura de las tuberías que cada dos por tres los dejan sin agua, y eso que por allí hay muchos negocios, y bares, y hasta una librería; pero bueno, no pasa nada. Aquí en Cáceres nunca pasa nada.

Afortunadamente los cacereños siempre tenemos una sonrisa, y recibimos la Navidad con la esperanza de que el año que viene será mejor que el anterior. Y cuando nos faltan pilas en el despertador acudimos a la ferretería Diosan, que está en Rodríguez Moñino y lleva Antonio Dionisio, hombre paciente que estas fechas aprovecha para regalarte un calendario de esos que siempre guardas en la cartera y que te da pena tirar porque tiene una foto muy bonita de la parte antigua.

Porque claro, por mucha pista de hielo que nos quiten, por muchos sacude alfombrillas que nos capen, por muchas averías de agua que tengamos, nos gusta esta ciudad y creemos en ella, y en sus posibilidades. Esta semana, por ejemplo, he conocido a Natalia Caballero, una joven de 21 años que está trabajando en la nueva tienda de Álvaro Moreno en el Centro Comercial Ruta de la Plata. Es un ejemplo de superación, de humildad y de constanca. Me quedo con ella.