A raíz de la reconquista de Cáceres en 1229, diversas familias nobles llegaron a la ciudad para repoblarla. Siglos más tarde, miembros de estos linajes se marcharon a América, entre ellos Nicolás de Ovando y un nutrido grupo de cacereños, que regresaron con riquezas que permitieron renovar los palacios. "Gracias a esta época Cáceres tiene la mayor concentración de escudos de España con ejemplares únicos, y las gárgolas más significativas", explica el edil de Turismo.

Pero la ciudad es mucho más que la herencia del Renacimiento: "Hay numerosas lápidas romanas incrustadas en los muros; las torres albarranas nos dan reconocimiento internacional...", agrega el edil. Sin embargo, afirma, "Cáceres ha sufrido una especie de maleficio que la convirtió en la eterna desconocida pese a sus valores sin parangón nacional".

Los estudios de la universidad, iniciativas como el Plan de Excelencia Turística y proyectos como los del arquitecto Miguel Matas para abrir torres y tramos de la muralla, han permitido que Cáceres comience a descubrir encantos ocultos. "Hay que reconocer el esfuerzo de las corporaciones anteriores y seguir trabajando", señala el edil, que espera que el proyecto sobre pasadizos y aljibes contribuya a este fin.