«Las idas de olla podrían ser todavía más monumentales porque el confinamiento se está alargando. Hay mucha gente que ahora mismo tiene desordenada su vida, que se ha quedado sin trabajo, que está muy jodida. Así que demasiadas pocas cosas están pasando». Lo asegura un agente de la policía local que admite, eso sí, que hay cacereños que tiran de «excusas baratas» para imcumplir el estado de alarma.

Estamos terminando la sexta semana de encierro y hasta ayer solo desde la jefatura municipal se habían interpuesto 811 sanciones con cuatro casos que han terminado en detención. De ellas, 64 personas eran reincidentes, pero es que hay seis multirreincidentes, según confirmó el concejal de Seguridad Ciudadana, Andrés Licerán. Desde el 14 de abril, que se habían impuesto 680 sanciones hasta ayer, se contabilizaron 131 más.

Solo el jueves se pusieron 10 multas; a cuatro de los infractores se les detuvo por estar en la calle si causa justificada y a los otros seis por circular sin motivo recogido en el decreto del gobierno, o porque trasladaban a personas y no tenían una razón convincente para poder hacerlo. Ocurre que uno de ellos era reincidente, pero otro multirreincidente: nada menos que detenido seis veces consecutivas por saltarse a la torera el confinamiento. Esa denuncia ya va por la vía penal porque al vecino se le acusa de un delito de alteración del orden público.

La gente no escarmienta y no se da cuenta de que la vigilancia policial no baja la guardia porque hay que preservar el cumplimiento de la ley. Las multas van de 600 a 30.000 euros, por lo que como mínimo en estos momentos estaríamos hablando de unas cifras que alcanzarían los 486.000 euros.

Una de las más elevadas que se han dado a conocer a la opinión pública tuvo lugar a comienzos de abril, cuando se multó con 1.500 euros a un vecino que evadió un control policial con la excusa de que iba a una finca a darle de comer a los caballos. Ayer mismo se dio el alto a 128 peatones y se inspeccionaron 348 vehículos, con los maleteros incluidos.

A lo largo de este tiempo ha habido casos de los más variopintos: vecinos de localidades cercanas que venían a pasar el fin de semana a Cáceres, que se trasladaban a segundas residencias haciendo senderismo, dos familias que fueron a sendas casas para celebrar una fiesta de cumpleaños, personas de pueblos que venían a la capital a comprar pizzas.

Los hay que fueron localizados diciendo que iban a buscar tabaco tres kilómetros más allá de sus domicilios o «porque se les había acabado el pimentón, que es una de esas cosas que por mucho que la uses nunca se acaba», confirmaban no sin cierta ironía fuentes municipales. Otro de los casos curiosos es el ocurrido esta semana, cuando de madrugada un hombre, al ver a los agentes, dejó abandonado su coche en las inmediaciones de la ronda de San Francisco y se montó en un taxi. Fue interceptado.

En tiempos de multas, la ciudadanía no para de pensar en la desescalada. Ayer, a preguntas de los periodistas, el alcalde dijo que irá al ritmo que marquen los expertos, que no se debe presionar para que se adopten unas medidas concretas que luego resulten más perjudiciales, aunque volvió a dejar claro lo que ya manifestó hace unos días en este periódico, que si Cáceres se incorpora más tarde, tendrá que recibir más ayudas: «Esa va a ser la exigencia y la voz de este ayuntamiento».

Entretanto, las ayudas no paran en Aldea Moret, la zona centro y la zona norte. Así reparte el ayuntamiento los fondos sociales en este infierno de pandemia. En el primer caso, el de Aldea Moret, un barrio de 10.550 vecinos, se han ofrecido recursos a 189 personas, en el área Norte, con 30.128 residentes, a 174, y en el centro, que contabiliza 55.682, se ha dado auxilio a 113 cacereños. Suman un total de 477 expedientes con una cifra que alcanza los 227.159 euros, el mayor destino es para Aldea Moret.

Salaya dijo que no hay que avergonzarse por pedir, que el Imas dispone de trabajadores cargados de cariño, discreción y empatía, un personal muy cualificado que atiende además a 130 niños de la zona norte, 142 de la zona centro y 222 de Aldea Moret. Las cifras, una vez más, duelen.