El candidato del PSOE a la alcaldía, Luis Salaya, expresó el pasado lunes su convencimiento de que su lista será la más votada en las elecciones municipales del próximo 26 de mayo. Respaldaba su vaticinio en los números del 28-A, unos comicios en los que su partido se hizo con el 29,6% de los votos. Volvió a ganar 30 años después.

Ese mismo día, Francisco Alcántara, candidato de Ciudadanos a la alcaldía, manifestaba su confianza en que su partido ganaría en la cita del 26-M. Argumentaba su pronóstico en el crecimiento del voto a Cs con un resultado el 28-A que multiplica por tres el obtenido en las municipales de 2015.

También ese lunes, el candidato del PP a la alcaldía, Rafael Mateos, subrayaba que la meta de su partido es ganar el último domingo de mayo. Lo razonaba en que los datos del 28-A, en los que el PP por primera vez desde las generales de 1982 no estaba entre los dos primeros, no son extrapolables, a lo que se suma que el PP ganó todas las elecciones municipales desde 1991, siete, y no lo hizo en 1987 por solo 330 votos.

En conclusión, si se cumplen estas predicciones, Cáceres debería tener tres alcaldes porque tres son los que van a ganar. Pero los triunviratos valían en Roma y así acabaron. Ahora solo puede ganar uno y será uno de los tres, en principio el que mejor sepa conjugar el verbo pactar.

Hasta ahora cuando llegaban las municipales se partía de una regla: ganaba el candidato del PP porque en Cáceres siempre gana, otra cosa es que siempre gobierne, y de eso el que más sabe es José María Saponi, que en dos de sus cinco victorias se quedó sin la alcaldía por los pactos.

Pero el 26-M ya no vale esa regla. Ese día puede ganar cualquiera de los tres: Salaya, Alcántara o Mateos, aunque el primero parte con ventaja por la sola extrapolación de lo ocurrido en las generales del domingo. Serán las municipales más reñidas e inciertas desde los enfrentamientos entre Carlos Sánchez Polo y Saponi en 1987 y 1991. Solo que ahora no es algo de dos, sino de tres.

Aunque una cosa sean las generales y otra las municipales, el resultado del 28-A es una encuesta y un indicador de lo que puede pasar dentro de tres semanas, además los movimientos que están haciendo los partidos a nivel estatal como consecuencia de los resultados del pasado domingo incidirán en los acuerdos que a nivel local se negociarán tras el 26-M.

En sus primeros mensajes tras el 28-A, los tres, que en estos días se multiplican en actos ciudadanos y visitas a barrios, tenían clara la estrategia. Salaya anunciaba que trabajará en convencer a votantes de otros partidos, necesita arañar papeletas al PP y a Cs porque en principio no sumaría con Unidas Podemos para un acuerdo de gobierno. Alcántara hacía un llamamiento a acabar con el bipartidismo, por ganarle votos al PP y al PSOE. Y Mateos pedía unificar en torno al PP el voto del centro derecha, recuperar votantes que se han ido a Cs y a Vox, porque la fragmentación favorece al PSOE.

El alcalde saldrá de las negociaciones en los veinte días siguientes al 26-M y de los pactos que se alcancen, bien sean fruto de acuerdos solo locales o también autonómicos y estatales. Si no se alcanzan, se proclamará alcalde al que encabece la lista con más votos, tenga o no mayoría absoluta (el voto de 13 de los 25 concejales de la corporación) o simple. De ahí que todo digan (o quieran) que van a ganar.