«Cáceres tiene habitantes para disponer de un abogado más», se dijo Alejandro Duarte Ruiz cuando concluyó sus estudios. Y es que desde que hizo la prueba de acceso a la universidad tuvo claro que «de su tierra» no se iba a marchar. «Con 18 años estuve dudando de si hacer Arquitectura Técnica o Derecho, pero nunca dudé que sería en Cáceres», relata.

«Es cierto que es difícil quedarse, pero con tenacidad, esfuerzo y trabajo se puede conseguir». El cacereño cree que el primer error es que los jóvenes eligen como primera opción marcharse fuera y no lo intentan aquí, «lo que debería ser su prioridad». Además, tiene claro que las oportunidades las crea uno mismo. «Yo me he buscado las habichuelas para no irme fuera», añade. Su propia experiencia le ha enseñado que «tu ciudad no será ninguna si no luchas porque lo sea».

A Duarte las ganas de ser abogado le nacieron cuando inició la carrera, pero la vocación cuando la estaba terminando, con 22 años. Después del master de acceso a la abogacía, que también realizó en la capital cacereña, impartió cursos de oratoria en el colegio Carmelitas, lugar donde estudió, y participó en charlas de la misma materia en la Universidad de Extremadura, centro en el que antes había ganado un torneo de debate a nivel regional y quedó tercero en otro nacional.

Al poco tiempo, en 2015, decidió emprender y abrió su propio despacho, algo que siempre tuvo en mente durante el transcurso de la carrera. A la par trabajó en diferentes despachos de abogados de Cáceres con la idea de seguir creciendo y aprendiendo de sus compañeros.

Ahora tiene 28 años y lleva tres trabajando en un bufete en el que se dedica a diferentes ramas de derecho: civil, penal, procesal y a la familia. Aunque, las que más le gustan a Duarte son las dos primeras.

A las nuevas generaciones que vayan a terminar de estudiar y salgan ahora de la Facultad de Derecho les dice que «no cesen en buscar trabajo, tal y como está la economía, que más da Cáceres o Madrid». En su opinión, «no hay nada más bonito que darle frutos de tu trabajo a la ciudad que te ha visto crecer».

Sin duda, Duarte lo lleva a rajatabla: «me veo aquí para toda la vida», concluye.