Imaginen un lugar donde el hombre se haya asentado desde los tiempos más remotos, y lo haya seguido haciendo durante cientos de miles de años. Piensen en los datos tan excepcionales que ese lugar puede ofrecer sobre la evolución humana: distintos estratos geológicos capaces de conservar los restos que tanto anhelan los expertos. Bienvenidos al Calerizo de Cáceres, sin ánimo de frivolizar, un auténtico parque temático de la Prehistoria, un paraíso para arqueólogos y paleontólogos, «tan excepcional que cada vez que analizamos un dato encontramos algo nuevo», explica Antoni Canals, investigador del Instituto de Paleoecología Humana y Evolución Social (IPHES), profesor en la Universidad Rovira i Virgili, y codirector del Equipo Primeros Pobladores de Extremadura, que lleva 19 años estudiando el complejo arqueológico cacereño.

«Esta ocupación permanente es la que ha hecho que en el Calerizo se exprese prácticamente todo aquello que define el mundo de los cazadores-recolectores de la Europa Occidental, por eso es un enclave tan importante», subraya Canals, también investigador en Atapuerca. Una conclusión que le ha costado dos décadas de trabajo en los distintos yacimientos del Calerizo: las cuevas de Santa Ana, Maltravieso y el Conejar. En el oeste europeo, solo este enclave y Atapuerca proporcionan datos conectados que permiten a los estudiosos pasar de una edad a otra en el mismo enclave. Son lugares excepcionales, salvo que en el Calerizo la conservación de algunas zonas no ha sido buena por esa recurrente ocupación y, en las últimas décadas, por su situación urbana o periurbana.

UN GIRO ESPECTACULAR / El reciente descubrimiento de alcance mundial en la cueva de Maltravieso, que retrasa hasta los 66.700 años de antigüedad la datación de una mano pintada en negativo (en realidad es una proyección de una mano con pigmentos), supone tres revelaciones extraordinarias: que sus autores fueron neandertales, que por tanto tenían capacidades simbólicas y artísticas solo atribuidas hasta hace poco al Homo Sapiens, y sobre todo que el primer arte rupestre conocido en el mundo se pintó dentro de esta cueva. Cáceres en el embrión del arte... nada menos. Así lo acaba anunciar un equipo multidisciplinar de expertos pertenecientes a instituciones científicas de Alemania, Francia, Reino Unido, Portugal y España (universidades de Alcalá, Barcelona, Burgos y Cádiz).

ANTIGÜEDAD INSOSPECHADA / Estas nuevas dataciones en Maltravieso, pero también en las cuevas españolas de Ardales (65.500 años) y La Pasiega (64.800 años), certifican una antigüedad insospechada para el arte humano. Han sido posibles gracias al método de Uranio-Torio (U-Th), que mide el tiempo tomando como base la desintegración radiactiva del uranio de las costras de calcita asociadas a las pinturas. Precisamente, el responsable de Investigaciones de Arte y Conservación del equipo Primeros Pobladores de Extremadura, Marcos García, fue quien propuso a Antoni Canals muestrear en Maltravieso las películas de calcita depositadas sobre algunas pinturas, puesto que en ese momento el equipo trabajaba en la cueva y Marcos García ya se había interesado por ese proyecto internacional. Su acierto fue mayúsculo.

Profesor de la Universidad Isabel I de Burgos, Marcos García explica que las fechas obtenidas en esta investigación «son anteriores al menos en 20.000 años a la llegada de los primeros humanos modernos a Europa, y certifican su autoría por parte de los neandertales». En los últimos tiempos, varios hallazgos ya venían proponiendo que algunos grupos humanos anteriores a los sapiens se decoraban el cuerpo con tonos ocres y abalorios, y realizaban pequeños signos, principalmente líneas, sobre huesos y piedras. Unas capacidades que, como comenta Marcos García, «tradicionalmente sólo eran atribuidas a las primeras poblaciones de humanos modernos surgidas en África, que llegaron a Europa hace unos 40.000 años».

71 PINTURAS / Pero en Maltravieso hay más arte, hasta 71 improntas de manos, pinturas puntiformes, y elementos lineales o zoomorfos (cérvidos, cápridos y un bóvido). Pertenecen a distintas épocas, ya que las cuevas del Calerizo permiten asomarse a una prehistoria continuada. ¿Pero por qué aquí? ¿Por qué esta singularidad? Porque según Antoni Canals era una ‘isla biótica’, un lugar donde la vida era fácil, un espacio que siempre ha tenido los recursos animales, vegetales y minerales para la supervivencia: el discurrir continuo del arroyo del Marco, las amplias reservas subterráneas (el lago interior de Santa Ana), vegetación permanente, rebaños de animales, distintas especies (hienas, caballos, ciervos, linces, leones, osos...). Y ojo, porque esto solo ocurre de forma tan clara en Atapuerca.

«La diversidad ecológica del Calerizo es brutal, en ningún sitio en el Suroeste peninsular hay tanta biodiversidad en un espacio tan reducido, debido a ese freático tan increíble que mantiene un rico ecosistema permanente que permitía la caza y la recolección, y todas las acciones propias de los grupos de cazadores-recolectores, antes de que los hombres comenzaran a producir su propio alimento y se asentaran en el terreno», revela Canals. Por ello, Europa mira al Calerizo, donde puede haber muchas respuestas a los grandes paradigmas de esas sociedades. Maltravieso acaba de dar otro gran ejemplo.

800.000 AÑOS / Por tanto, el Calerizo debió ser frecuentado desde el inicio de las ocupaciones humanas. Las excavaciones en Santa Ana esperan arrojar luz sobre la vida en esta cueva hace 800.000 años, cuando se iniciaba el poblamiento europeo, en un Pleistoceno Inferior realmente antiguo. Este tránsito y esta ocupación también vinieron motivados por la situación del Calerizo entre las dos grandes cuencas fluviales del Tajo y el Guadiana, de modo que debió ser una zona de conexión entre ambas. «Y esa presencia humana permanente es la que ayuda a que las sociedades se vuelvan complejas, que transmitan entre ellas las influencias que reciben, y que generen cultura in situ. Las pinturas de Maltravieso son un ejemplo claro», subraya Canals. De hecho, el Calerizo se convirtió «en una zona de acumulación de pensamiento y cultura».

Tanto es así que Marcos García considera que las investigaciones reveladas en la revista ‘Science’, donde Cáceres se sitúa en el origen del arte prehistórico, «implican un replanteamiento de los modelos vigentes sobre el origen del pensamiento simbólico y la expansión de las primeras capacidades artísticas de los humanos»

En este sentido, desde el equipo Primeros Pobladores se muestran convencidos de que el Calerizo estaba conectado con las influencias de otras zonas peninsulares y de la Europa Occidental desde el Paleolítico inferior, con las idas y venidas de aquellos primeros hombres, que llevaban y traían esas innovaciones culturales. Solo así se explica el hallazgo de conchas marinas en la Sala de las Chimeneas de Maltravieso y las propias pinturas de manos, conectadas con otras expresiones simbólicas de Europa, y especialmente de la cornisa cantábrica y la zona franco cantábrica.

«UN TORPEDO» / Sea como fuere, el Calerizo acaba de revolucionar la cronología de la Prehistoria. La reciente datación de una de las manos de Maltravieso «supone un torpedo en la línea de flotación de la estructura cronológica del Paleolítico Superior, de modo que ahora nos enfrentamos a una redefinición temporal de su inicio en Europa», matiza Canals.

También supondrá toda una evolución sobre el concepto de Neandertal. «Lo hemos estudiado, amado, vilipendiado, destruido y vuelto a recuperar. Ahora se plantea casi una continuidad cultural entre las sociedades neandertales y sapiens, probablemente todos hemos aceptado ya que Neandertal sí tenía muy interiorizados los aspectos simbólicos, pero que carecía de soportes perecederos. Quizás la primera vez que Neandertal se aproximó a una transformación de sus propios paradigmas culturales fue al entrar en esas cuevas y ejecutar ese acto simbólico de proyectar sus manos con pigmentos», reflexiona Antoni Canals.

Todo ello no hace sino aumentar el interés por seguir estudiando el Calerizo. Primeros Pobladores pretende continuar con las excavaciones, y mientras organiza la próxima tiene entre manos «infinidad de estudios» sobre los hallazgos logrados hasta ahora.