Es una obviedad decir que el tráfico debe organizarse en función de las peculiaridades de la ciudad y las necesidades de los vecinos. En Cáceres contamos con un patrimonio arquitectónico que, aun siendo una bendición que acaso no valoramos justamente, condiciona toda nuestra vida, desde los planes urbanísticos hasta el tráfico y que debemos preservar de todos aquellos elementos que puedan perjudicarle. Uno de estos es el tráfico de vehículos, de ahí que a todo el mundo le parezca bien que se tomen medidas para restringirlo por esas zonas. Ahora bien, las restricciones no deben hacerse causando molestias y perjuicios innecesarios a los vecinos sino utilizando el sentido común y tratando de conjugar ambas necesidades. Ya sabemos que a los cacereños les salen sarpullidos cada vez que hay modificaciones en el cambio del tráfico y no porque siempre se haga mal sino porque la costumbre se ha hecho ley natural y todo lo que sea cambiar llama al cabreo, pero si además esos cambios conllevan tener que dar un rodeo por pequeño que sea la cosa deriva en tragedia. Como sabe el lector, han prohibido el paso de vehículos desde la Concepción hasta general Ezponda lo que impide a los vecinos de Margallo acercarse a sus domicilios a menos que den un rodeo por san Blas, Santiago y "las cuatro esquinas", que no es un rodeo menor. Puesto que esta medida no la ha tomado la concejalía de turismo y por lo tanto no pretende fomentar el conocimiento de los barrios de la ciudad, tenemos que preguntarnos que patrimonio se quiere preservar restringiendo el tráfico rodado, excepto carga y descarga autorizada, en ese tramo hasta los palacios de Camarena y Galarza La verdad es que solo veo un patrimonio: la terraza de un bar, que ya sabemos que incrementa el patrimonio del ayuntamiento por la vía de las tasas. A menos que nos expliquen con más detalle parece una medida a todas luces desproporcionada.