Que el Señor les conserve la vista y el talento a los meteorólogos franceses que pronosticaron un verano fresco! ¡Qué agudeza! Por una parte me alegro, aunque solo sea porque, de vez en cuando, es bueno dejar en evidencia a los gabachos, pero si la secuela del error de los franchutes consiste en soportar estas temperaturas tan altas durante tantos días, a lo peor hubiera preferido el acierto de los vecinos del norte.

La verdad es que durante el día uno sobrelleva más o menos el calor acudiendo a las piscinas (a rebosar en esta época) y a las bebidas muy frías, que tanto bienestar momentáneo proporcionan. De esta manera, engañamos un poquito a nuestro cuerpo y pasamos las horas. El problema ¡ay amigo! viene por la noche. Cuando se echa el sol y esperamos con cierta expectación que la temperatura baje, nos encontramos que el descenso es inapreciable, las piscinas están cerradas y la garganta, la tripa y el bolsillo ya no aguantan más bebidas frías.

En ese momento, mientras te sientas en una terraza intentando hacer el menor gasto energético posible, una gota de sudor se desliza con cierto cosquilleo por la nuca, recorre la parte alta de la espalda y, como todas las noches de estos últimos días, te anuncia un descanso nocturno difícil y poco reparador. Por eso, si tiene usted que acudir a algún centro administrativo a la mañana siguiente, se encontrará con ojeras, malos humores y el aire acondicionado a tope. Yo tengo la impresión de que, en estos días, no debemos pedir demasiados favores, ni demasiadas exigencias.

En cierto modo, la vida local se limita a las piscinas y los lugares bien refrigerados, por lo menos en las horas centrales del día. Si usted es un valiente, desprecia la siesta y el Tour de Francia y se aventura a pasear por la ciudad, no olvide ponerse un buen sombrero, llevar el móvil cargado y beber constantemente porque solo así logrará su propósito. Y si al día siguiente tiene la tentación de escribir sobre lo desierta que está la ciudad y cómo se muere, piense al menos una vez que quien engaña siempre encuentra a quien se deja engañar.