Buen trabajo el de las camareras de ornato de la Cofradía de la Montaña, capitaneadas por Pilar Campos, que se ocuparon anoche del cambio de flores de la patrona, estos días en la concatedral de Santa María con motivo de su Solemne Novenario. De blanco y rojo luce primosa la Virgen, admirada por los cientos de cacereños que desde el pasado miércoles abarrotan el templo de la cristiandad más importante de Cáceres.

La Virgen Santísima portaba ayer el manto número 65, de terciopelo verde bordado en oro y pedrería, confeccionado por las Religiosas Esclavas del Santísimo de la Inmaculada, del Santuario de la Montaña. Esta prenda fue donada por el inolvidable matrimonio compuesto por Miguel Casero y Marina Morato el 29 de septiembre de 1971.

Fue Miguel Casero un hombre reconocidísimo en Cáceres, durante más de 20 años mayordomo de la cofradía de la Montaña. En su mayordomía promovió los actos del 50 aniversario de la coronación canónica de la patrona, la cafetería del santuario (cuyo arquitecto fue José Ulecia ), y fomentó las novenas.

Así que acertó la camarera de la Virgen de la Montaña, Pilar Murillo, con este gran y merecido homenaje que se rindió a Miguel Casero y a su esposa, vistiendo a la patrona de Cáceres con un manto que enriqueció la de ya por sí majestuosidad del retablo mayor plateresco de Santa María, realizado de 1547 a 1551 por Guillén Ferrant y Roque Balduque en pino de Flandes y cedro sin policromar.