En algunas de mis crónicas me he referido a los cameranos, gentilicio que reciben las gentes oriundas de la Sierra de Cameros, en la Rioja, que a partir del siglo XVIII se instalan en Cáceres. Esta comarca situada en el sur de la comunidad riojana, limítrofe con Soria, fue históricamente lugar de pastores trashumantes que, en los difíciles inviernos de la serranía, buscaban pastos, en horizontes benévolos, para la subsistencia de sus ganados. Los rebaños de ovejas aportaban a estos pastores fina lana riberiega, su principal fuente de riqueza. En sus desplazamientos anuales se irán ubicando en diferentes regiones españolas, entre ellas Extremadura. Algunos lo hacen de manera eventual, otros como destino final para su comercio e intereses.

Fueron numerosos los cameranos que se asientan en Cáceres, de los cuales hay que destacar algunos que acabaron formando parte de la aristocracia local. En 1805, se avecinda en Cáceres Tomal Muñoz de San Pedro y Thovia , natural de Viniegra de Cameros, consiguiendo estatus de hidalguía al año siguiente. Desempeñó diferentes cargos concejiles y acabó siendo un reputado propietario local, ganadero y tratante de lanas, como correspondía a sus orígenes cameranos. Un hijo de Tomas, casó con Petra , hija del Conde de Mayoralgo , un hecho que le unía definitivamente a la nobleza local. Anteriormente se había instalado en la villa José Joaquín López Montenegro y Fernández de Velasco , natural de Villaoslada de Cameros, noble y rico ganadero trashumante, que había comprado la dehesa de Castellanos, para que sus rebaños pasasen el invierno. En Cáceres, se dedica a la actividad lanera y ganadera, a la vez que se hace un hueco entre los próceres, tanto de la política local como de la nobleza. Pero el camerano que más aumentó en renombre y capital sería José García Carrasco , llegado a Cáceres hacia 1775 desde Montenegro de Cameros. De origen humilde, primero entra a trabajar en un comercio de tejidos para buscar el sustento. Posteriormente bajo la protección de la noble Cayetana de Ovando y Ulloa , Marquesa de Camarena la Real, viuda cuarentona, que se lo llevó de sirviente a su palacio de la Generala, inicia una carrera meteórica que acaba convirtiéndole en uno de los personajes mas activos de principios del siglo XIX en la ciudad. Sin estudios, es nombrado Procurador de la Audiencia, tendrá un papel destacado durante los años de la guerra con los franceses, lo cual le permitirá obtener un gran capital, para acabar siendo el comerciante y propietario más influyente de la villa. Abrirá al público el primer banco comercial de Cáceres en su casa de la calle Solanas, actual hotel Albarragena.

Construyó un barrio para sus trabajadores, las casas de Carrasco en el Camino Llano y a su muerte, en 1825, era el mayor potentado local.

Los cameranos se sitúan en los albores del capitalismo en Cáceres, participando activamente en lo político, lo social y lo económico.