Dália Marques da forma de escultura al universo, la vida, las relaciones humanas. Carlos Sá Pessoa fotografía la intimidad de las piedras. Y Bruno Fonseca Da Silva juega con las partes deconstruidas que refleja en su pintura. Son los tres artistas portugueses de vanguardia que exponen desde ayer en el Museo de Cáceres, en la muestra Olhares de futuro em Portugal , organizada por el Centro de Lengua Portuguesa del Instituto Camoes en Cáceres.

Marques, Sa Pessoa y Fonseca da Silva son algunos de los creadores con mayor proyección en los campos de la escultura, la fotografía y la pintura, respectivamente, del vecino país y, por tanto, el objetivo principal de la exposición es difundir en la comunidad autónoma el arte contemporáneo portugués que ellos representan.

Dália Marques (Oporto, 1977) trabaja en su taller portuense en la búsqueda de una forma que represente el universo, la vida, el mundo, las personas, las relaciones. Esta búsqueda implica, según el Instituto Camoes, formas que consigan traducir lo que va dentro del pensamiento de quien las produce y que son lanzadas para observación y gozo de extraños que se tornan íntimos con el análisis de un pedazo de la voluntad, experiencia, sentimiento, que atravesó el cuerpo, salió por las manos y se transformó en un objeto que es apreciado (o no), pero que, sobre todo, ejerce sobre quien lo ve un sentimiento que evoca experiencias y fuerzas de voluntad y que no es indiferente.

Carlos Sá Pessoa (Covilha, 1950) muestra en su serie fotográfica Intimidad de la Piedra formas que engendran otras formas de superrealismo a las que el salto en escala presta una dimensión suplementaria. Formas que se descomponen en otras construcciones de la misma naturaleza, que se superponen en la percepción. Sus fotos invitan a echar un vistazo a la escultura en piedra, la cual se redondea, se angula, creando y deshaciendo superficies y volúmenes, entrantes y salientes en intrincados dinamismos, abriéndose en ventanas que no la dejan expresarse por completo.

En el trabajo de pintura de Bruno Fonseca da Silva hay, en un primer momento, una iconografía, para luego existir un proceso de inversión, de deconstrucción y de juego con las partes deconstruidas que se transforma sobre todo en un acto instaurador de discurso. En su obra se confunde el símbolo con el símbolo, un poco al modo de un átomo bombardeado por otro átomo para desestabilizarlo. No se trata de una idea aditiva para adornar, sino de una eclosión que pueda crear un nuevo campo gravitacional.