Seguimos en el mismo lugar, dispuestos a pasear, entre el Salor y el Ayuela, por Seguras y Mogollonas, un espacio único. Puede que se trate de una de las mayores concentraciones de construcciones señoriales del país. En una extensión relativamente cercana se alzan casas hermosas y notables que bien merecerían cada una un paseo. Propiedad de los Condes de la Torre de Mayoralgo, de los Duques de Fernán-Núñez y de los Vizcondes de la Torre de Albarragena, entre otros, el Partido de Seguras y Mogollonas fue adquirido en gran parte, en el siglo XIX, por las familias Higuero y Mogollón.

Junto al Castillo de las Seguras se alza la más reciente de todas, la Casa de las Seguras de Arriba, construida en el año 1897 por Eusebio Higuero Jabato siguiendo las corrientes historicistas que marcaban el nacionalismo arquitectónico de aquella época, como hizo con su casa de la plaza de la Concepción, que ya vimos. Actualmente pertenece a la familia Gutiérrez Higuero. Tras ella se levanta la robusta y solariega Casa de las Seguras, construida a comienzos del siglo XVI por Rodrigo de Ovando, con grandes armerías sobre la fachada y tejado a cuatro aguas, con adornos de pináculos. Vimos, al visitar el Palacio de Oquendo, la sucesión del mayorazgo de Rodrigo de Ovando, por lo que no será necesario repetirla. Solamente cabe añadir que hoy día pertenece a los Rosado, descendientes de los Mayoralgo.

CASA DEL AIRE Algo más alejada, hacia el este, se levanta la Casa del Aire, que se denominaba antiguamente de Mayoralguillo de Carvajal. Pasó de estos Carvajales a los Duques de Valencia, hasta que la adquirió, en el pasado siglo, la familia Blanco. Su encanto reside especialmente en su altura, ya que su estructura gira entorno a un cuerpo intermedio que une dos altas torres, elevadas sobre un rotundo berrocal. En las inmediaciones, aunque algo más al norte, encontramos la Casa Fuerte de Mayoralguillo de Vargas, cuyos orígenes se remontan al XV, cuando se construyó una torre, que, con el paso de las centurias, se amplió con construcciones anexas. Fue señorío de los Vargas Figueroa, y pasó en 1699, como todos los bienes de Francisco de Vargas Figueroa, a la Compañía de Jesús. Desamortizada, pasó por diversas manos hasta llegar a los Jiménez Mogollón. Entre ambas casas se encuentran algunos restos arqueológicos, como tumbas y mesas de hecatombe.

Al otro lado de la actual carretera se eleva la soberbia Torre de los Mogollones, antes conocida como Castillo de las Seguras de Abajo. Fue propiedad de Diego García de Ulloa, el Rico, y pasó a los Ulloa Torres y posteriormente a los Duques de Fernán Núñez, quienes lo vendieron a la familia de los Higuero, una de cuyas ramas la posee en la actualidad. Estamos, tal vez, ante una de las torres más espectaculares de todo el alfoz cacereño, inmensa en altura, compacta, con restos de un pasado bélico atestiguado por restos de matacanes y aspilleras y rematado el conjunto con canecillos y gárgolas góticas. No muy lejana está la Ermita de El Salvador, popularmente llamada de San Jorge, que se muestra en un estado de conservación preocupante. Alberga los únicos frescos firmados por Juan de Ribera, con un complejo programa iconográfico, Evangelistas, Santos, Padres de la Iglesia y escenas de la vida de Jesús y María, presididas por una Majestad en la bóveda.

RESTOS MEDIEVALES Frente a la Torre de los Mogollones, lo que resta de la Casa de las Encinas (que hoy es de los Mogollón), el arranque de una torre, con una puerta arquitrabada de rotunda cantería, un vano cegado, el lugar de un arrancado blasón y pequeñas aspilleras. Otros vanos se abren y sobre el tejado, a un agua, anidan las cigüeñas, que no lejos de aquí tienen una numerosa colonia. Quién diría que ésta fue la casa preferida del poderoso Joaquín Jorge de Cáceres Quiñones y sus descendientes los Marqueses de Castelmoncayo. Todas estas casas son restos del medieval Poblado de las Seguras, que tuvo una importante población, atestiguada por construcciones y ermitas.

Desde aquí divisamos la Casa de Mudalpelo, propiedad de los Carrasco, blasonada con corona marquesal y sus cinco cornejas. No lejos se encuentra la casa de Mosca con sus restos de un torreón medieval, que pertenece a Julio Fernández-Trejo, verdadero señor, buen amigo, gran conocedor de todos estos lugares, conversador ameno y notable fuente de conocimiento del término de Cáceres.

HIJADILLA Y CASA FUERTE Siguiendo el camino rural (lo que fue el proyecto de la llamada Carretera de la Sardina, que hubiese unido Malpartida de Cáceres con esta zona), nos alejamos de Seguras y Mogollonas, cruzamos el río Salor y nos encontramos con la Casa de Hijadilla y sus dólmenes, excavados por Almagro. Fue propiedad de los Muñoz Perero y pasó de los Iglesias a los Murillo. Ya casi en el término de Malpartida, cerca de la Dehesa de las Trescientas, junto a la extensión de los Barruecos, se alza una de las construcciones más hermosas de todo el término de Cáceres, la Casa Fuerte de Hija de Vaca, que fue los Carvajales de las Cuatro Esquinas, heredada por los Duques de Abrantes y de éstos a los Marqueses de Valdefuentes. Hoy día es propiedad de la familia González-Sandoval. Presenta una bella portada de medio punto, con grandes armerías, restos de torres y, exenta, la llamada Capilla Palatina.

Me alejo, cruzo el municipio de Malpartida, esa tierra que tanto quiero, y vuelvo al término de Cáceres y, en el Salor, me detengo en los Molinos del Duque de Abrantes. Me siento en las altas rocas, contemplo el hipnótico sonido del agua y me siento tremendamente afortunado por poder compartir, en libertad, con ustedes, estos retazos de eternidad.